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Etiqueta: pintura

Contemplando la obra “Retorno” de Enrique Gabriel Navarro

“El destino es un mar sin orillas.”
A. C. Swinburne

¿Cómo explicar la alegría que provoca contemplar por primera vez una obra de arte realizada por tu propio padre hace más de cuarenta años? El primer contacto que tuvimos con el óleo sobre lienzo titulado “RETORNO” de Enrique Gabriel Navarro fue gracias a una fotografía de su registro en el Patrimonio de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, con el número de inventario CARM 373, que aparece en el libro “Colección de Arte Moderno y Contemporáneo de la Comunidad Autónoma de Murcia” (1), y que incorporamos en el libro-catálogo de la Exposición “Enrique Gabriel Navarro – Antología”. Una obra de 1974 que nos llamó entonces poderosamente la atención por su mezcla de dramatismo y ternura, así como por su expresión ineludible del esfuerzo, la fatiga, la melancolía y otras impresiones que (nos) suscita concebir al ser humano como alguien sujetado a un constante retorno a sus vivencias, a sus dudas, a su desesperación, a su lucha y a sus orígenes.

Una muy grata oportunidad nos ofrece el MURAM con la fantástica exposición “ARTE ESPAÑOL EN LAS COLECCIONES DE LA CARM. 1950-1990. De la posguerra a las artes de la transición” , comisariada y coordinada por Juan García Sandoval y Elisa Franco Céspedes quienes, con la trascendental misión de dar visibilidad a nuestro patrimonio artístico que forma parte de las colecciones de la CARM, han seleccionado una espectacular muestra de la obra de artistas reconocidos de nuestra región, junto a la de otros famosos creadores a nivel nacional e internacional. Probablemente constituya uno de los eventos culturales de mayor belleza y de más valor artístico de los que vayamos a conocer durante el año 2017 en Cartagena y nuestra región.

Obras de Jose María Párraga, Enrique Gabriel Navarro y Antonio Ballester - MURAM
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Impresiones ante un pintor retratando a una poetisa

Una mirada serena espera la huella de un gesto que le permita trazar en el lienzo un tono, un color, un juego de luz y sombras que ofrezcan con sentido el carácter de una mujer que, con expresión atenta, firme e iluminada de ternura, mira al artista pensando en qué palabras robar al viento para ese nuevo poema que tiene que crear.

Al contemplar esa fotografía en la que mi padre, el pintor Enrique Gabriel Navarro, se encuentra retratando a la poetisa y buena amiga, María Teresa Cervantes cuando ella tenía 23 años, les confieso que me provoca un amplio abanico de sensaciones, de admiración y de respeto tanto por quien se dispone a ejecutar con el pincel y la paleta su arte, como por quien posa con sutil parsimonia sabiendo que, junto a la quietud de su postura, tiene que esforzarse por transmitir al máximo toda su vitalidad interior. Y cuando disfrutamos del retrato al óleo en el que se transformó esa pose, plena de un solaz lúcido, no podemos más que reconocer que la expresividad de los ojos y de la tez de Mª Teresa era entonces, y es hoy en día, de una naturaleza entrañable.

Una profunda amistad unió a ambos artistas en su juventud, pergeñada en ese ateneo cultural que se respiraba en el seno del estudio de pintura del maestro Vicente Ros, y perduró en el tiempo a pesar de las distancias geográficas que les separaban durante muchos periodos de sus vidas. Si repaso las ideas y las sensaciones que mi padre me comunicó en varias ocasiones, sobre la dificultad y el abismal reto que le supone a un pintor realizar un buen retrato de una persona, estoy convencido de que con el cuadro de Mª Teresa disfrutó como buen artesano de los pinceles. No sólo percibo su afecto, realza también en su labor, para mi, una hermosa admiración. Entre sus lecturas, la poesía ocupaba un lugar especial para mi padre. Lo imagino leyendo las poesías de Mª Teresa, junto a las de Baudelaire y Celaya, antes y durante todo el proceso creador que le llevó hasta ese retrato.

EGN pinta a Maria Teresa Cervantes 1954
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Más allá del diálogo de imágenes entre el mago y el cirujano

«El arte no reproduce aquello que es visible sino que hace visible aquello que no siempre lo es»
Paul Klee

¿Se imaginan una “jam session” de músicos de jazz o de otro género musical pero, en vez de con instrumentos musicales, fuera desarrollada mediante la obra de artistas plásticos y gráficos?

Una jam session es un encuentro informal de músicos que interpretan para su propio disfrute música improvisada, no escrita ni ensayada previamente. Y, en general, su estructura responde a lo siguiente: se trata de varios músicos que, habitualmente, no tocan juntos; seleccionan temas o estructuras armónicas standards o conocidas por todos los participantes; desarrollan amplias improvisaciones sobre las bases melódicas aportadas por los temas seleccionados; utilizan arreglos musicales simples sobre un fondo espontáneo. Y generan un original y atractivo diálogo entre instrumentos.

La primera impresión que provocan las fotografías de José Carlos Ñíguez y los cuadros de Carretero en la exposición MULTIVERSO, confrontados unos frente a otras, es que se trata de una suerte virtuosa de jam session plástica donde las imágenes se disuelven con estilo armonioso en múltiples e inspiradas improvisaciones, convirtiendo las melodías originales en una trama sucesiva de temas que finalizan, forzosamente, por los límites del espacio donde se exhiben.

 Carretero: "Lo Oculto" - Ñiguez: "Mas allá"
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Con Matisse en la Alhambra

El color rojo es el correspondiente a la frecuencia más baja de luz discernible por el ojo humano. Y el hecho de que se emita en una onda más baja es por lo que constituye uno de los que más se retienen en la retina. Y en la memoria.

Sin duda ese factor no era desconocido por Henri Matisse pintor fundamental del siglo XX representativo e impulsor del fauvismo cuyos artistas consideraban que el color tenía que liberarse  respecto al dibujo exaltando los contrastes cromáticos y que lo fundamental en la obra pictórica residía en la expresión de sentimiento y de espontaneidad.

Quizá por su personal y expresivo afán creativo y por el efecto impresionante de sus lugares en su mirada, Matisse quedó impactado por los ornamentos y la multiplicidad de colores que pueblan en la Alhambra, «la roja».

El pasado día 15 de enero, un grupo de amigos del Foro Ciudadano tuvimos el inmenso placer de visitar la exposición “Matisse en la Alhambra”,
comisariada por Maria del Mar Villafranca directora del Patronato de la Alhambra y el generalife  y por Francisco Jarauta Catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia , quién nos otorgó a todos su sabiduría, su conocimiento de la historia y su buen hacer orador en una ruta pausada e ilustrativa de los dominios y ambientes más significativos de la Alhambra para entender los motivos y la esencia de esta exposición.

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Para todos es conocido que Picasso revolucionó la pintura moderna mediante la forma y Matisse hizo lo propio mediante el uso del color. Y paralelamente al disfrute de la visualización de sus obras, conocer los factores y los componentes que han influido en la gestación de su pintura suscita un especial interés. La emoción que provoca su obra pictórica se torna más profunda en el marco de una exposición en la cual, junto a elementos estéticos,  documentos, fotografías y objetos de indudable valor, se añade el buen hacer de la labor investigadora de sus comisarios.

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