La tercera noción fundamental en la que se apoya la doctrina política y administrativa de “Gobierno Abierto” es la de colaboración. Tal y como vimos en los Conceptos básicos sobre Gobierno Abierto, según el memorando de Obama: “La colaboración supone la cooperación no sólo con la ciudadanía, sino también con las empresas, las asociaciones y demás agentes, y permite el trabajo conjunto dentro de la propia Administración entre sus empleados y con otras Administraciones.”
Este principio de colaboración implica posibilitar la apertura a la necesaria colaboración que se requiere para encontrar mejores soluciones a problemas públicos cada vez más complejos, aprovechando el potencial y energías disponibles en vastos sectores de la sociedad y, por qué no, también en el mercado, organizaciones de voluntariado y sin fines de lucro (Ramírez-Alujas, 2011) [1]. Lo que expresa es que los gobiernos nacionales, regionales y locales pueden colaborar entre sí, con la empresa privada y con sus ciudadanos, aportándose herramientas innovadoras y nuevos métodos de trabajo colaborativos y generándose además nuevos mercados para un nuevo sector económico sostenible y replicable (Calderón y Lorenzo, 2010) [2]. En este contexto, los cuatro estados de la colaboración (Concha y Náser, 2012:42) [3] son:
– Colaboración gubernamental.
– Colaboración con la sociedad civil.
– Colaboración con la empresa privada y los emprendedores.
– Colaboración con los ciudadanos.