Última actualización el 2015/04/13
Realizamos una búsqueda en Google sobre un producto cualquiera, visitamos los enlaces que consideramos oportunos, o bien hemos dado un “Me gusta” a alguna noticia de ese mismo producto en el muro de alguno de nuestros contactos y, a continuación, visitamos nuestro propio perfil en Facebook. Con asombro comprobamos que en la sección de publicidad que esta plataforma nos obsequia aparecen nuevamente enlaces y publicidad de contenidos idénticos o similares a los localizados con anterioridad. La explotación de los denominados “big data” que nuestra traza deja en las navegaciones que efectuamos emerge como un hecho casi inevitable. Pero este abordaje en nuestro estilo de uso de Internet que sufrimos no es el único aspecto que influye en el “direccionamiento” que nos presentan las plataformas de redes sociales en las que participamos. El hecho más destacable de nuestra conducta tecnológica es que las redes sociales se han convertido rápidamente en un canal predominante para acceder a la información, difundir ideas e influir en las opiniones propias y ajenas.
Sin embargo, este nuevo escenario dista mucho de ser enriquecedor de nuestras posibilidades de ampliación del conocimiento adquirido. Ethan Zuckerman – Director del Center for Civic Media del MIT – resalta una de las paradojas más grandes de la era digital: “Estamos a un click de tener un amigo en las antípodas pero, al final, resulta que acabamos siguiendo a amigos que ya conocemos del trabajo, la escuela o a la vuelta de la esquina”. En este marco, denuncia la falta de globalidad de la red y nos alerta de peligros que pueden dañar hasta la calidad democrática de nuestros gobiernos.[1]
En un interesante estudio recientemente publicado por D. Nikolov y otros[2] (“Midiendo las Burbujas Sociales en línea”) se sugiere que el filtrado social y el filtrado algorítmico que provocan las redes sociales y los buscadores pueden provocar la exposición a una menor diversidad de puntos de vista, e incluso alimentar la polarización y la desinformación. En él se muestra que, en general, las personas acceden a un espectro significativamente más reducido de fuentes de información a través de las redes sociales y el correo electrónico, en comparación con las herramientas de búsqueda utilizadas individualmente.
La importancia de este hallazgo se revela mediante la relación observada entre la diversidad de fuentes de información que experimentan los usuarios a nivel colectivo e individual, confirmando la idea de que cuando usamos las redes sociales nos encontramos dentro de «burbujas sociales», lo que implica, en suma, que la tecnología que utilicemos sesga nuestra exposición a nuevas informaciones.
La Web constituye una fuente de conocimiento y un espacio social en el que estamos inmersos, pero en el cual nos es más difícil gestionar el flujo constante de noticias e informaciones que llegan a nuestras pantallas. Los proveedores de contenidos y los usuarios han respondido a este problema mediante la adopción de una amplia gama de herramientas y comportamientos que filtran u ordenan los elementos en dicho flujo. Un efecto de este proceso ha sido la mayor “personalización”: la gente ve más contenido adaptado específicamente a ellos en función de sus comportamientos pasados o el uso de redes sociales, o bien, los “sistemas de recomendación”: por ejemplo, sugiriendo elementos con mayor probabilidad de que nos interesen en función de compras anteriores, a las acciones pasadas de usuarios similares, u otros criterios basados en la propia conducta pretérita y con nuestros “amigos” (contactos). Los motores de búsqueda proporcionan resultados personalizados, igualmente, a partir de nuestros historiales de navegación y las conexiones sociales establecidas.
Comúnmente nosotros mismos adoptamos filtros en el comportamiento en línea, ya sea haciéndolo de manera consciente o no. En el caso de Facebook, una gran parte de los usuarios visualizan las noticias compartidas por sus amigos más habituales. Debido al limitado tiempo y la capacidad de atención que poseemos y la gran popularidad de las redes sociales en línea, el descubrimiento de la información se está transformando de una acción individual a un quehacer social. Aparte de una evidente utilidad, los filtros personalizados tienen sesgos que afectan a nuestro acceso a la información de manera importante. Autores como Eli Pariser opinan que la dependencia de la personalización y los medios de comunicación social lleva a la gente a estar expuesta a un conjunto muy limitado de puntos de vista. Según esta hipótesis, las creencias existentes se refuerzan porque están encerrados en las llamadas «burbujas de filtro» o «cámaras de resonancia», que nos impiden comprometernos con ideas diferentes de las propias. Dicha exposición selectiva podría dar lugar a opiniones menos informadas y un terreno fértil para la desinformación.
Ello se comprueba observando el comportamiento del usuario en línea. Por ejemplo, los comentaristas en un mismo blog tienen varias veces más probabilidades de estar de acuerdo con sus contenidos que otros que no; según las tendencias políticas los liberales y los conservadores realizan principalmente enlaces dentro de sus propias comunidades. En Twitter, la polarización política es aún más evidente. Al navegar por las noticias, es más probable que la gente se encuentre expuesta a ideas afines, y permanezca conectada a artículos de opinión y compartirlos con otras personas que tengan intereses y valores similares. En el contexto de los acontecimientos polémicos, que son altamente polarizantes, las fuentes web utilizadas tienden a ser parciales, y sólo una pequeña fracción de los lectores en línea visita más de dos fuentes diferentes.
La cuestión planteada por la investigación de Nikolov y otros, es: ¿Cual es la diversidad de fuentes de información expuesta a través de la «búsqueda de información» individual frente a los canales de comunicación interpersonal, como las redes sociales y el correo electrónico? Para responder a esta pregunta han examinado tres fuentes de datos sobre comportamientos en línea: tráfico web, clics del motor de búsqueda y clics de intercambio de enlaces en Twitter. Han utilizado los “datos de clic» y el tráfico originado dentro de la red de la Universidad de Indiana y al solicitar páginas externas. Corresponde a una población diversa de más de cien mil personas con datos registrados entre 2006 y 2010, obteniendo un total de más de 195 millones de registros, cada uno representa a alguien al hacer clic en un vínculo de un motor de búsqueda, un correo electrónico o en medios de comunicación social. Y cuantifican la diversidad de los sitios web visitados de cada categoría aplicando el cálculo de la entropía de Shannon.
En su análisis empírico han medido cómo se concentran las fuentes de información accedidas por las personas que utilizan diferentes tipos de actividades en línea (búsqueda, correo electrónico y redes sociales) en unos pocos sitios web o distribuidos en un conjunto amplio de webs. Sin realizar ninguna distinción en cuanto al tipo de personas que visitan cada contenido, ni como noticias frente a otros sitios, artículos de opinión frente a la presentación de informes, o el sesgo ideológico. No han considerado las creencias, los comportamientos pasados o intereses específicos de los consumidores de información. Y sus resultados constituyen, por lo tanto, un contexto general y aplicable a diferentes temas, regiones geográficas, intereses y medios de comunicación.
Estos datos proporcionan la primera comparación empírica a gran escala entre la diversidad de fuentes de información alcanzados mediante diferentes tipos de actividad en línea. Demostrando la evidencia de una burbuja social colectiva, pues la diversidad de la información alcanzada a través de la comunicación interpersonal y los medios sociales es significativamente inferior que a través de la búsqueda individual. Y sugieren también que existen burbujas sociales a nivel individual, así: mediante el uso de medios de comunicación social a los que estamos expuestos accedemos a conjuntos más estrechos de fuentes de información.
La cuestión que se nos presenta, así mismo, es en qué forma nuestros comportamientos, nuestras emociones, en el manejo que hacemos de nuestras redes sociales determinan y/o limitan el efecto de “caja de resonancia” de nuestra propia burbuja social. A través de Filipa M. Ribeiro conocemos una importante disertación doctoral titulada «Las emociones y los Sistemas de Recomendación: Un Enfoque Social Network”[3] desarrollada por Carlos Figueiredo, en donde explora dos conceptos importantes que nos afectan a todos: 1) el efecto de “caja de resonancia”, lo que explica que la gente de forma natural busca aquello que está de acuerdo consigo misma, y 2) el efecto de la “burbuja filtro”, siguiendo las advertencias de Eli Pariser quien manifiesta que los algoritmos web impiden que las personas se expongan a puntos de vista diferentes de los suyos propios. Figueiredo sostiene que cuando la personalización web y de medios sociales siguen los principios de “homofilia”, en lugar de impulsar la innovación y la oportunidad, la calidad de la recomendación se reduce debido al hecho de que hay una “distancia cognitiva”[4] baja entre los usuarios, dada la alta probabilidad de familiaridad en sus intereses y puntos de vista respectivos.[5]
Sostiene que el Efecto “Caja de Resonancia Social” atrapa a la gente dentro burbujas sociales de información. Esto se debe a la falta de diversidad en los puntos de vista de los usuarios que se agrupan por propiedades endógenas y, por lo tanto, quedan expuestos a la falta de novedad en la información entregada y compartida entre ellos. Además señala que la Web está emulando narrativas humanas. Esto se encontraría en la información implícita contenida en los vínculos sociales y en el contenido que se comparte y se valora. Como consecuencia de esto, lo que solía ser privado ahora es mutuo y compartido, es decir, todo el mundo puede profundizar más dentro del pensamiento de los demás a través de la información compartida.
Según Figueiredo hay inconvenientes incontables relacionados con esta realidad restrictiva. En este sentido, destaca tres motivos que tienen un impacto negativo en la interacción social y en el comportamiento individual: En primer lugar, la caja de resonancia conduce a una mayor conformidad y menos diversidad. En consecuencia, las personas pierden los estímulos a plantear nuevas preguntas, lo que reduce el aprendizaje y la creatividad. En segundo lugar, una menor novedad se asocia a una menor sorpresa, lo que significa menos riqueza en la construcción de sentido. Este hecho puede reducir la capacidad de interpretar la realidad circundante explorar diferentes perspectivas. En tercer lugar, una menor diversidad en los puntos de vista que se generan entre los usuarios, significa una menor calidad en los servicios prestados por los sistemas de recomendación social, y así, un menor nivel de satisfacción de estos usuarios.
¿Cómo utilizar los datos sociales y evitar el «Efecto de Cámara de Resonancia Social”?
Este investigador propone una solución para las limitaciones relacionadas con el Efecto “Echo Chamber Social” sobre los sistemas de recomendación que arroja una nueva luz sobre la hipótesis de que una red social es algo más que “homofilia”, o solamente influencia social. Frente a la homofilia, la “heterofilia” describe la tendencia a interactuar con otros de diverso tipo y se refiere al hecho de que diferentes personas pueden tener diferentes frecuencias o intensidades en sus relaciones. Partiendo de las teorías del Análisis de Redes Sociales y aplicando el conocimiento de la neurociencia y la psicología de la percepción de la novedad y la respuesta de sorpresa para apoyar el marco experimental, la principal conclusión del autor es que el rendimiento de los sistemas de recomendación basados en redes sociales se puede mejorar a través de los datos sociales concebidos desde las diferencias de género y los nodos centrales definidos por puentes de la red de vínculos distantes que abarcan agujeros estructurales no redundantes (cuando dos grupos separados poseen información no redundante hay un agujero estructural). Esta conclusión coincide bastante con la idea generalizada en el Análisis de Redes Sociales de que los sujetos (nodos) de nuestros lazos (vínculos) débiles pueden, en unas circunstancias dadas, suministrarnos más información novedosa y una ayuda puntual más eficaz que quienes forman parte de nuestros lazos fuertes (amigos más próximos, familiares, compañeros habituales de trabajo).
Tres principios que sintetizan su investigación se resumen así por el autor:
En primer lugar, la sorpresa es un sustituto adecuado de la novedad percibida por un receptor en un puente de red. Los resultados han demostrado que socialmente las relaciones distantes y un apoyo emocional bajo entre el emisor y el receptor son dos dimensiones importantes para describir los vínculos débiles como puentes en una red.
Un segundo principio de síntesis es que los agujeros estructurales de una red, atravesados por lazos débiles, muestran una estrecha relación con las elecciones de contenidos de los receptores. La selección de contenido depende más de la reacción emocional del receptor (es decir, la sorpresa), que de factores asociados a la relevancia social del nodo (sujeto) que lo emite. Relevancia social significa aquí el número de conexiones adyacentes (grado de centralidad) y la fuerza del vínculo correspondiente de un nodo dado en relación con otros nodos en la red.
En tercer lugar, los resultados sugieren que los atributos personales (diferencias en el género) conjuntamente con factores de puente (lazos débiles) caracterizan la distancia cognitiva óptima (entre los individuos en una red social) que subyace en la percepción de la novedad, es decir, la sorpresa. Esto significa que tales dimensiones son un factor de predicción de la percepción de la novedad.
Todo ello apoya el supuesto de que la gente forma sus redes en función de la percepción de los demás a través del acceso a los contenidos y su evaluación a nivel cognitivo y emocional. Estos resultados parecen apoyar la afirmación de que el estímulo cognitivo relacionado con la interpretación de la información no sólo depende de la información en sí, sino también de las emociones provocadas por los individuos. En particular, hay una distancia cognitiva óptima entre el emisor y el receptor cuando la sorpresa es la emoción elicitada. Obviamente, esta distancia puede ser caracterizada por la posición estructural de los individuos en la red y sus atributos personales. Además de toda la suerte de deliberaciones y análisis que se derivan de esta investigación, personalmente me resultan especialmente ilustrativos estos resultados de Figueiredo de cara a mi investigación sobre el comportamiento informacional colaborativo.
Finalmente, según su disertación, los resultados muestran que los datos sociales se pueden utilizar de manera que aumente las distancias cognitivas entre los usuarios con el fin de hacer frente a una serie de nuevas amenazas que han sido impuestas por algunos algoritmos web. Algunas de estas amenazas serían: a) amenazas a la democracia o la tolerancia, porque las personas están siendo separadas por grupos de opinión; b) la amenaza del conformismo, dada la falta de libertad «natural» para acceder a información novedosa; c) la amenaza cognitiva, dado que la capacidad de las personas para interpretar la realidad circundante disminuye; d) la amenaza de una innovación “blanda”, debido a la urgencia de obtener el tiempo y la atención de la gente, lo que puede reducir el valor añadido a la sociedad de algunas tecnologías.
Entre las diversas cuestiones a las que nos debemos enfrentar, a partir de estas investigaciones, resalto las siguientes: ¿En qué medida estamos dispuestos a ampliar sustancialmente, en las redes sociales que utilizamos, nuestro rango de relaciones con sujetos (nodos) cuyas características sean distantes a las nuestras? ¿De qué forma podemos ampliar el ámbito de influencia social de nuestras ideas si no estamos dispuestos a admitir la interacción con quienes no participan en su totalidad de ellas? ¿Estamos abiertos a las sorpresas? ¿Tenemos capacidad de articular noticias o sugerencias novedosas, o “diferentes” a lo habitual, en nuestro entorno de redes sociales? ¿Creemos en la posibilidad de profundizar en la democracia sin asumir un cierto grado de incertidumbre y un escenario de distancia cognitiva con los interlocutores posibles?
REFERENCIAS:
[1] Betriu, Carlos. ENTREVISTA a Ethan Zuckerman “Todavía no entendemos muy bien cómo ocurre el cambio social en la era digital”, en OpenMind. 18 noviembre 2014.
www.bbvaopenmind.com/ethan-zuckerman-todavia-no-entendemos-muy-bien-como-ocurre-el-cambio-social-en-la-era-digital/
[2] Dimitar Nikolov, Diego F. M. Oliveira, Alessandro Flammini, Filippo Menczer (2015) «Measuring Online Social Bubbles». Center for Complex Networks and Systems Research, Indiana University. arXiv:1502.07162v1 [cs.SI] 25 Feb 2015
[3] Figueiredo, C. (2014) “Emotions and recommender systems: a socialnetwork approach”. Dissertação apresentada na Faculdade de Engenharia da Universidade do Porto. 2014 repositorio-aberto.up.pt/handle/10216/77812
[4] Concepto basado en la Teoría Cognitiva de la Empresa de Bart Nooteboom, utilizado para analizar la potencialidad de innovación en una organización o empresa.
[5] Filipa M. Ribeiro (2015) Review: How emotions and gender can avoid the ‘echo chamber effect’ on web systems? HEDDA. 22 jan 2015. uv-net.uio.no/wpmu/hedda/2015/01/22/review-how-emotions-and-gender-can-avoid-the-echo-chamber-effect-on-web-systems/
[…] La resonancia de nuestras burbujas sociales. […]
He leído con atención tu post, tengo que reconocer que lo he leído por fases, con el fin de asimilar todos los conceptos y planteamientos.
En primer lugar darte la Enhorabiema por tu post.
En segundo lugar reproduzco la frase «el Efecto “Caja de Resonancia Social” atrapa a la gente dentro burbujas sociales de información», interesante punto de partida que hace que las personas a pesar de esa ínter conectividad on líne, sin saberlo, hace que vivan (vivamos) en nuestras burbujas.
En tercer lugar destacar que planteas de una manera magistral el resultado en las cuestiones finales: el ser humano tiende huir de cambios, y busca la tranquilidad, no quiere sorpresas, se plantea un futuro por un lado, cáutivo, dirigido y masivo, controlado donde la mayoría de la población que acceda a las redes sociales seguirá el patrón de comportamiento del estudio citado.
En cuarto lugar, tu post me reafirma en el cambio necesario de consumo de la información y forma de relación tanto de internet, como de redes sociales, estoy en el como.
Cuando lo encuentre te lo haré saber
Muchas gracias Paco, por tus amables palabras.
Comparto las opiniones que viertes en tu comentario. El reto que se nos plantea ante esta realidad (y sus tendencias sociales) es intentar romper o cruzar esos límites con un cambio de mentalidad que implique motivarnos y perseguir nuevos conocimientos, estar abiertos a nuevos contactos, a nuevas sorpresas (reivindiquemos lo lúdico de indagar caminos desconocidos) y conseguir, de esta forma, ser mejores personas al ampliar nuestros conocimientos. Es muy fácil, ciertamente, permanecer en ese espacio que algunos gurús denominan «la zona de confort», y las burbujas sociales que nos construimos se encuentran en ese espacio (virtual).
Y ese cambio en el consumo de información que mencionas va a depender también de la educación en el uso creativo de los recursos TIC y en lo que logremos compartir (en nuestro entorno y en el ámbito escolar también), así como de procesos de alfabetización informacional amplios y multivariados (no se trata solo de una alfabetización digital, hay que abordar el uso, el aprendizaje y la difusión que realizamos con la información variada a la que accedemos).
Seguiremos debatiendo.
Gabriel totalmente de acuerdo con lo que describes, es más precisamente hace un par de años ya escribí al respecto basándome también en el libro de Eli Pariser (www.k-government.com/2013/01/03/que-nos-esconde-el-big-data/) para poner de manifiesto que el uso del big data y su uso en los sistemas de recomendación nos acababa de esconder «información».
Como describes la homofilia es algo natural y todos tendemos a buscar aquello con lo que nos sentimos bien o integrarnos con aquellos que son parecidos a nosotros. Esto ha existido siempre. Nos acostumbramos a leer un determinado periódico, a ver una cadena de televisión o a escuchar una cadena de radio determinada porque nos sentimos «coherentes» con la información que nos dan.
Es algo que sucede mucho más intensamente en entornos politizados dónde esa caja de resonancia impide la salida del mensaje, pero también la entrada de nuevas ideas.
La solución que planteo siempre es la «capilaridad social», buscar mediante enlaces débiles caminos tanto para la salida de información como para la entrada de nuevas ideas.
Con internet y las redes sociales tenemos más a mano multitud de fuentes, pero también el uso del big data favorece la homofilia y las cajas de resonancia. De la misma manera que hay que aprender a aprender en un nuevo entorno, tenemos y debemos aprender a informarnos de manera diferente. Intentar ampliar el abanico de fuentes de información precisamente para evitar que el sesgo natural sea amplificado por Internet.
Muy buen artículo.
[…] si os interesa profundizar en el tema consultad el elocuente post de Carlos Navarro (@Kuunga) “La resonancia de nuestras burbujas sociales” […]
Es evidente, Carlos, que la homofilia es una conducta tan humanamente arraigada en todos nosotros, que es muy difícil escapar a su efecto de refuerzo de la identidad propia y de comodidad en un contexto grupal dado. Y coincido contigo en que una de las alternativas reside en la capacidad de articular esa «capilaridad social» (supungo que lo usas como un concepto más amplio y «enredado» que el original de Arsène Louis Dumont) con los potenciales «lazos débiles» y con fuentes diversas, en la línea de lo que sugiere también la investigación mencionada de Figueiredo. Pero ello implica necesariamente un nuevo aprendizaje, ese «aprender en un nuevo entorno» que señalas, y un cambio de actitud y de mentalidad, más flexible y vinculado a lo que Bauman definía como «mixofilia».
Creo que mientras no se fomente ampliamente e intensamente la alfabetización informacional crítica, el camino en esa dirección múltiple será arduo.
Haremos lo posible por impulsarlo ¿verdad?
Gracias por tus notas.
Se habla mucho de la neutralidad de la Red (infraestructuras) y no de la neutralidad de los contenidos (información). No es que unos datos vayan más rápidos que otros, es que algunos datos nunca nos llegarán.
Hoy Google y Facebook son una amenaza para la neutralidad de los contenidos y no sólo por la personalización sino porque en medio estarán (o ya están) intereses comerciales.
Hoy día las noticias de difunden por Facebook y el algoritmo de Facebook es todo menos neutral.
Se nos está desvirtuando la Red
Gracias Mari Luz por tu comentario.
Es verdad MariLuz que la clave está en la falta de neutralidad de los contenidos y en qué medida empresas como Google y Facebook influyen en la dirección y en la accesibilidad a contenidos amplios y variados. Incluso algunos autores piensan que los recientes artículos publicados por el equipo de Facebook en ScienceMagazine intentan justificar (o minimizar) el efecto real del «Algoritmo de Facebook» en los mecanismos de supresión o limitación de la diversidad potencial de contenidos informativos que recibimos en nuestros muros.
Quizá debamos optar, entre otras cosas, por difundir y utilizar otras herramientas no tan inmersas en nuestra vida cotidiana online, como es el caso de DuckDuckGo. Por ejemplo, en nuestra página de Búsqueda Avanzada, le ofrecemos a los usuarios varios medios diferentes para buscar información y le informamos sobre la «burbuja filtro»: www.informajoven.org/info/busqueda.asp
Pero estamos siendo profundamente acomodados a los tipos de respuesta googleianos, y el salto a otras herramientas no es nada fácil.
Y, el gran reto: ¿Cómo concienciar a la gente respecto a lo que nos desvirtúa la Red en la práctica?
Gracias por este post, Gabriel. Sin duda nos ayuda a pensar, reflexionar y obtener información nueva.
Sin entrar en tanta profundidad, este tema es algo que me preocupa a la hora de trabajar la identidad digital. Sin embargo, hace un par de años lo comenté con un doctor de la Universidad Pública de Navarra dedicado a la web semántica y ante la pregunta de si la web nos daba lo que creía que que queríamos en función de nuestras inquietudes anteriores, amigos, búsquedas… ¿cómo vamos a descubrir información nueva? Y la respuesta fue que llegará un momento en el que si la quieres sorprenderte, la web lo sabrá y podrá sorprenderte. Es algo que siempre lo tengo ahí, dando vueltas, y se relaciona 100% con lo que comentas.
Además, hay un punto importante en todo esto (redacté un capítulo sobre el tema pero todavía no está publicado) que es la existencia del contenido invisible que es algo totalmente relacionado con las ideas comentadas en tu post. Ahí también se añadiría el tema de la neutralidad de la red, además, algo que nosotros, aunque ampliemos nuestra red de contactos, jamás podremos constatar.
Madre mía… ¡qué de cosas para pensar! Me lo tendré que releer de nuevo con calma :).
Un abrazo fuerte y gracias de nuevo por compartir!
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Gracias Diana por tus palabras.
Respecto a como afectan estos aspectos reseñados en la configuración de una (nuestra) identidad digital, pienso que esas conductas sociales relacionadas con la homofilia, y la consolidación de una «burbuja social» en nuestro entorno, constituyen fases ineludibles en dicho proceso personal. La cuestión es si podremos lograr ampliar sucesivamente la variabilidad de contactos plausibles, de forma que enriquezca de manera positiva y crítica ese proceso de identidad digital.
Tengo muy presente algunas frases de autores que he utilizado en otras ocasiones y que van en esta línea, como, por ejemplo, que «la multiplicación de los círculos de pertenencia, lejos de diluir la identidad individual la fortalece y circunscribe con mayor precisión», de Georg Simmel, y también esta otra de William MItchell: “Enlazo, luego existo”. Algo que he tratado en varias sesiones formativas: es.slideshare.net/gabrielnavarro1/identidad-digital-y-responsabilidad-en-la-web-social
Pienso que esa idea que te planteó el profesor de la UPN de que llegará un momento en el que si queremos sorprendernos, la web lo sabrá y nos responderá en consecuencia, es interesante, y quizá no es descartable, pero la considero también algo ingenua. Al menos en los momentos actuales de la configuración y disponibilidad real de la inteligencia común, o inteligencia colectiva y compartida, que sería una condición imprescindible para que la web semántica pueda, a su vez, operar en esa detección de tu «estado» y responder para «sorprenderte».
Lo del «contenido invisible» me interesa, y te animo a cuando tengas escrito algo, me lo hagas saber. Sobre la cuestión de la dificultad de constatar la neutralidad de la red, creo que la clave está en algo que también mencionada Mariluz Congosto: el filtro respecto a la neutralidad de contenidos en los sistemas que usamos de redes sociales y de búsqueda informativa. Y probablemente existen ya algunos mecanismos de análisis de esta falta de neutralidad informativa. Otra cosa es nuestra capacidad personal de detectarla en nuestra conducta habitual con las plataformas de redes sociales.
Seguiremos debatiendo.
¡Un abrazo!
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[…] Me pregunta Gabriel Navarro mi opinión sobre su artículo del 8 de abril La Resonancia de nuestras burbujas sociales. […]