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Generación Antidepresiva, ¿una tendencia?

Última actualización el 2014/05/05

A lo largo de la historia las sucesivas generaciones de jóvenes han recibido diversas definiciones al objeto de construir calificativos simples que permitan caracterizarlos y diferenciarlas entre unas y otras. En unos casos dichos calificativos responden a un acontecimiento destacado en un periodo concreto asociándolo a las cohortes de jóvenes coetáneas, por ejemplo, los “Baby Boom”. En otros casos, se elige por parte de algunos autores o expertos de la comunidad científica, un aspecto destacable de los estilos de comportamiento predominantes de una generación para intentar describir su característica principal, por ejemplo “Generación Net”, aun a riesgo de simplificar excesivamente su naturaleza.

Lo fascinante, a veces, es encontrarnos con análisis certeros de lo que acontece entre algunos sectores de la juventud que podrían fácilmente generalizarse incorrectamente como calificaciones al conjunto de toda una generación de jóvenes, convirtiéndose en un nuevo estigma social. Aunque, en casos, constituye un serio aviso, como tendencia, de las vicisitudes que pueden sufrir nuestros jóvenes en tanto no se cambie el contexto y las condiciones sociales que viven.

Un interesante argumento plantea la doctora Doris Iarovici en un reciente artículo[1] publicado en The New York Times, al cuestionarse si no estamos promoviendo una “Generación Antidepresiva”. Los antidepresivos constituyen un tratamiento adecuado para la depresión y la ansiedad. Pero un número creciente de jóvenes adultos están tomando medicamentos psiquiátricos por períodos cada vez más largos, durante un periodo en el que también se están consolidando sus identidades, haciendo planes para el futuro y desarrollando su travesía por las relaciones maduras. Y se pregunta: ¿Estamos usando una buena evidencia científica para tomar decisiones acerca de mantener a estos jóvenes con los antidepresivos? ¿O estamos enseñando a las generaciones futuras, de forma inadvertida, a verse como demasiado frágil para hacer frente a la adversidad que la vida trae siempre?

Frente a la diversidad creativa de la adversidad

Habitualmente, las directrices profesionales recomiendan de seis a nueve meses de medicación durante los primeros episodios de depresión. Pero, sucede que en muchos casos se confunde lo que podría ser una reacción normal a una situación estresante, frente a los síntomas de una depresión recurrente. En los EE.UU. cada vez más estudiantes consumen antidepresivos. De 1994 a 2006, el porcentaje de alumnos atendidos en los centros de orientación universitarios que usaron antidepresivos pasó del 9% a más del 23%. Algunos estudiantes probablemente tienen problemas crónicos de salud mental que requieren tratamiento a largo plazo. Pero otros también beben mucho alcohol, o utilizan drogas o medicamentos de sus compañeros, o bien sufren otros problemas, como trastornos de la alimentación, que prefieren no afrontar. Otros acaban de experimentar la pérdida o el rechazo, y las medicinas pueden convertirse en la panacea a la que recurren a las primeras señales de infelicidad.

La autora Katherine Sharpe, apunta cómo los antidepresivos se volvieron de uso tan común que absorbieron las vidas de los más jóvenes, quienes los utilizaron para eliminar la depresión, el síndrome de déficit de atención y otros problemas psicológicos. Sin embargo, tienen su lado oscuro: “los antidepresivos confunden nuestra capacidad de distinguir nuestro «yo verdadero» de los síntomas de la depresión, y de los efectos de la medicación, en momentos en que la búsqueda de la identidad individual y la construcción de la personalidad se encuentran en sus etapas más críticas y formativas” [2]. A falta de una concepción fiable de lo que significa sentir «como ellos mismos», los jóvenes no tienen una manera clara de medir los efectos de los fármacos sobre su personalidad en desarrollo.

Se trataría, según Iarovici, de ajustar mejor el diagnóstico de la enfermedad y enseñar a nuestros jóvenes a no ver cualquier trastorno emocional como patológico. Necesitamos una mayor atención en la creación de resiliencia en los jóvenes adultos. Y más estudios científicos sobre los riesgos y beneficios del tratamiento antidepresivo de mantenimiento en adultos jóvenes.

Probablemente en España no acontezcan aún los niveles de consumo de antidepresivos entre los jóvenes como sucede en EE.UU. Pero nos debería preocupar el hecho de que los trastornos mentales afectan ya a un millón de niños y adolescentes, un 1,6 millones está en una situación de riesgo,[3] y más del 70% de todos los trastornos mentales comienzan antes de los 18 años, según los datos expuestos en “El libro Blanco de la Psiquiatría del Niño y del Adolescente”, presentado este año por la Fundación Alicia Koplowitz.

En su informe de 2011 de la situación de la población adolescente, UNICEF destaca la atención que se presta al estado de salud psicológica en estas edades, puesto que un 20% de los adolescentes presenta problemas de salud mental o alteraciones de la conducta en todo el mundo. Se subraya que la depresión constituye uno de los principales trastornos que padecen las personas de entre 15 y 19 años; así como la conducta suicida, que se sitúa entre las tres primeras causas de muerte para las personas más jóvenes (15 – 35 años).

En su informe anual de 2013 sobre el panorama de la sanidad en sus países miembros, la OCDE expone que el uso de antidepresivos ha experimentado un incremento a lo largo de la última década, un aumento que puede explicarse parcialmente por la sensación de inseguridad provocada por la crisis económica. La principal losa que afecta a la condición social de los jóvenes en España reside en que, en los próximos cinco años, la tasa de emancipación juvenil no aumentará respecto a la actual. La precariedad laboral será la causa principal del retraso de la independencia de los menores de 30 años. Y quienes la consigan, será en el marco de una autonomía efímera y de incertidumbre[4]. ¿No habrá que prevenir las conductas de nuestros jóvenes ante situaciones adversas de esta clase?

Además de un contexto social y económico radicalmente distinto al actual, frente a todo ese conjunto de adversidades que deben afrontar los jóvenes, quizá una alternativa provenga de la educación en valores que, según demuestra una investigación dirigida por Adriana Galván en la Universidad de Los Ángeles, protege a los adolescentes de la depresión. En la cual se nos sugiere que los adolescentes cuyo sistema de recompensa cerebral responde más a actividades que favorecen la autorrealización tienen menor riesgo de experimentar síntomas depresivos a lo largo de la vida. Por el contrario, los jóvenes que prefieren actividades que conducen a una gratificación rápida pero carente de significado son más propensos al malestar psicológico. Así, cuando el placer proviene de actividades con algún fin social o personal podría estar reflejando una motivación dirigida hacia comportamientos que incrementan la sensación de autoestima y que no dependen tanto de factores externos sino intrínsecos a la persona.

(NOTA: Este artículo, con un texto más resumido, ha sido publicado en el diario La Verdad de Murcia -edición en papel- el día 1 de mayo de 2014)

REFERENCIAS:

[1] Doris Iarovici: «The Antidepressant Generation», en The New York Times. April 17, 2014, 12:01am. Accesible en: well.blogs.nytimes.com/2014/04/17/the-antidepressant-generation/

[2] Katherine Sharpe: «Coming of Age on Zoloft: How Antidepressants Cheered Us Up, Let Us Down, and Changed Who We Are», En Maria Popova: How Antidepressants Affect Selfhood, Teenage Sexuality, and Our Quest for Personal Identity www.brainpickings.org/index.php/2013/09/11/coming-of-age-on-zoloft/

[3] El Mundo (13/3/2014) “Los trastornos mentales afectan a un millón de jóvenes”. Accesible en: www.elmundo.es/salud/2014/03/13/5321b3dbe2704e55718b4577.html

[4] Alessandro Gentile, Anna Sanmartín Ortí, Ana Lucía Hernández Cordero (2014) La sombra de la crisis. La sociedad española en el horizonte de 2018. Madrid. Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y la FAD. Accesible en: adolescenciayjuventud.org/es/publicaciones/monografias-y-estudios/item/la-sombra-de-la-crisis-la-sociedad-espanola-en-el-horizonte-de-2018

Un comentario

  1. Marina Marina

    Lo malo es que la industrias farmacéuticas tan potentes en Estados Unidos imponen sus productos. Fíjate que a los 37 años tuve mononucleosis, pero el médico insistió que lo que tenía era una depresión aguda que se podía curar con Prozac. Me tomé las dichosas pastillas durante una semana y me enconaré aún peor. Al volver a Italia me hice todos los chequeos necesarios y descubrí que durante el período en cuestión lo que tenía era mononucleosis, nada de depresión. Un simple análisis de sangre habría podido detectar la enfermedad, pero es mucho más barato receptor antidepresivos. Es una lacra social eso de medicar a los jóvenes y a las mujeres. Es un tema muy complejo, pero creo que enmascara profundos problemas sociales y el deseo de crear total uniformidad, una especie de estado totalitario que contra a sus ciudadanos a través de los antidepresivos (no sea que se den cuenta del tipo de mundo en el que viven y decidan tomar medidas).

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