Última actualización el 2013/06/06
«Lo que antes era un proyecto de “toda la vida” hoy se ha convertido en un atributo del momento” (Z. Bauman)
Recientemente se nos decía que “Parece que los niños nacen en Tuenti, crecen en Twitter y se acomodan en Facebook” (artículo de @petezin en El País). Y creo que más allá de lo que designa esa frase, debemos analizar con algo más de profundidad el papel que cumple la segmentación de las redes sociales entre los jóvenes y adolescentes.
Esta afirmación surge a raíz del último informe del Pew Research Center sobre adolescentes, medios sociales y privacidad, en el que se afirma que “los adolescentes de Estados Unidos están compartiendo en las redes sociales más información personal que nunca y, a la vez, están siguiendo distintas pautas técnicas y no técnicas para gestionar la privacidad de esa información”. Y que “usan cada vez más Twitter en lugar de Facebook, por la numerosa presencia de adultos en esta última red social y por la simplicidad que caracteriza a Twitter como medio de expresión”. Los debates con adolescentes mediante grupos focales muestran que ha disminuido el entusiasmo por Facebook, pero que se mantienen en esta red social porque la participación allí es una parte importante de su socialización.
Una tendencia similar se viene observando en otros países europeos, como es el caso del informe que realizó en 2012 ComScore sobre el panorama de los adolescentes franceses y Twitter, donde se refleja que la búsqueda de un espacio más propio, distanciándose de la red social donde se encuentran sus padres y familiares, determina el paso hacia Twitter, aparte de la mayor simplicidad de su funcionamiento. A lo que se une otras opciones en el desempeño del perfil (real o falso), como es la posibilidad de aumentar el número de seguidores en función de los comentarios más o menos chistosos y transgresores y la variedad de archivos y enlaces compartidos.
Aquí en España irrumpe una red que no se da en otras latitudes, como es Tuenti, que sigue teniendo una implantación notable por varias razones: su sencillez, su garantía de privacidad, su facilidad para compartir fotos y su chat. Entonces ¿Por qué se pasan de Tuenti a Twitter y a Facebook conforme crecen? ¿Por qué se cansan después de Facebook?
Conforme muestran en su investigación M.D. Cáceres, y ot. (2009)[i], una de las claves reside en como construyen los jóvenes su identidad en el proceso de interacción social con múltiples trayectorias en las que el sujeto desarrolla distintos personajes que maneja cuando se relaciona con sus amigos, cuando busca relaciones afectivas, intercambia información, colabora con otros o se divierte. Donde emerge una sociabilidad virtual que hace posible, depositar la confianza en sujetos anónimos a quienes se otorga la suficiente credibilidad, entre otras cosas, y constituye el nuevo espacio en donde se edifican y se transforman las formas de sociabilidad y la negociación del yo. Y la mediación tecnológica permite que la tipología de relaciones personales se amplíe en comparación con las restricciones propias a las relaciones cara a cara.
En este ámbito, el grado de ocultamiento parcial o total de la identidad en Internet, o las posibilidades de variar las características de nuestro perfil y avatar, suponen un escenario de experimentación de enorme valor para los adolescentes. “Los perfiles son como personalidades digitales. Son la representación digital pública de la identidad” – según Pisani y Piolet -. Esta presentación virtual permite mostrar una imagen deseable de sí mismo desde la que se aspira a ser percibidos. En la citada investigación realizada en 2008 en nuestro país, sólo uno de cada tres de jóvenes encuestados nunca utilizaba otras identidades en Internet.
Ellos muestran, en el uso de sus perfiles, ciertas pautas selectivas, mediante conductas diferenciales respecto a distintos ámbitos de actuación, aplicando un criterio distinto según el contexto de que se trate en cada caso. La tendencia es que cuanto más frecuente es el uso de la red, más se tiende a usar siempre otras identidades, paralelamente a la “verdadera”, sobre todo cuando se trata de entretenerse, más que en el mantenimiento de amistades.
Y ello no sólo acontece entre adolescentes. También en los adultos observamos el aumento de uso de dos o más perfiles en Twitter, algo menos en Facebook, en el que uno juega un rol más divertido, más transgresor de las normas habituales de conducta social, buscando contactos que permitan mayores ocasiones de diversión, o bien espacios de confrontación, o el aumento de seguidores.
Como decía Juan Valera ( @periodistas21 ) : “Es la identidad de dominio público. Cada uno proyecta un yo perfeccionable, a camino entre lo que somos y lo que anhelamos, sin el peso de la realidad y liberados de la física de los átomos.”
Otro aspecto a contemplar es que los jóvenes usan los medios digitales de un modo intenso y ubicuo para relacionarse en dos tipos de comunidades, según nos informaba Juan Freire @jfreire : Las redes locales de ‘amigos’ y, las “redes de interés”, de alcance global y donde se relacionan con otras personas con intereses similares independientemente de su localización, tal y como nos mostró el informe del proyecto Digital Youth Research de la Fundación MacArthur.
Pues bien, en estos momentos la plataforma que más proporciona opciones de jugar con diferentes roles virtuales, acceder a conversaciones ociosas junto a informaciones de muy diverso interés (ya sea sobre sus ídolos y modelos, ya sea sobre acontecimientos de su entorno), que les permite colaborar y compartir con otros en asuntos diversos y combinar, simultáneamente, redes de amistad y redes de interés, con un alto grado de sencillez y de adaptación a dispositivos móviles, es Twitter.
Ciertamente la pesadez de las notificaciones de Facebook en los móviles, según manifiestan algunos adolescentes, se resuelve cambiando su configuración, pero la pereza ante el control que requieren las actualizaciones prevalece sobre la atención que precisa su ajuste. A ello se añaden las dificultades de gestión de la privacidad en Facebook y la necesaria organización y mantenimiento de las listas de contactos. Pero, además, es el lugar donde se encuentran sus padres y familiares. Y necesitan conquistar su propio espacio particular. Aunque continúen en esa red por cierto apego.
Tuenti es el espacio iniciático correspondiente a su primera afiliación grupal, donde se sienten más seguros. Pero la mayoría de sus ídolos y otras fuentes informativas variadas están principalmente en Twitter. Y aquí comprueban, con mayor evidencia, el efecto de la viralidad e inmediatez de las noticias. El cambio se produce por efecto de la madurez en la conducta informativa.
Twitter permite conversaciones con usuarios concretos, restringir o no el acceso público de los mensajes que se editan y el uso de la mensajería directa privada ofrece un espacio particular de conexión. El chat grupal que algunos adolescentes pudieran reclamar de Twitter y que se sugiere en otras noticias periodísticas, ya existe mediante aplicaciones como WhatsApp.
Al igual que en el contexto “real”, los jóvenes configuran su personalidad mediante identificaciones parciales en interacción con personas significativas para ellos en el espacio “virtual”. La clave consiste, claro está, en identificar (nunca mejor dicho) esas identidades parciales sucesivas que los jóvenes otorgan mayor valor en cada periodo de sus vidas, y cómo las canalizan a través de los dispositivos tecnológicos y las diferentes redes sociales. Deberemos, pues, estar atentos a la evolución del “tuiteo” adolescente que expresa sin tapujos, sobre todos los tipos de adolescentes, esta nueva “generación mutante”.
NOTA: (Artículo publicado de forma más reducida en diario La Verdad de Murcia –edición papel – el día 5/6/2013)
REFERENCIAS:
[i] M.D. Cáceres, y ot. (2009): «Comunicación interpersonal y vida cotidiana. La presentación de la identidad de los jóvenes en Internet», en CIC Cuadernos de Información y Comunicación 2009, vol. 14 213-231
[…] y se acomodan en Facebook”. Me ha interesado mucho la matización que realiza Gabriel Navarro en “El tuiteo adolescente”. Algunas […]
[…] y se acomodan en Facebook”. Me ha interesado mucho la matización que realiza Gabriel Navarro en “El tuiteo adolescente”. Algunas […]
Por supuesto todo son estados actual y establecer tendencias se hace muy vulnerable a cualquier cambio de dispositivo/red que llegue nueva. Es comprensible que existan nichos de redes por edades y en función de cambios de intereses. Quizás lo más peculiar y cuestionable es el uso de las identidades falsas, aunque sería interesante saber si se usan más entre los jóvenes o es un uso prácticamente extendido en general (por ejemplo, en Twitter, sobre todo).
No obstante, aunque es cierto que la red aporta una capacidad diferente de relacionarte con desconocidos, creo que esas identidades parciales no se diferencian mucho de la actitud que podamos tener en conversaciones ordinarias con gente que hemos conocido. Cuánta gente a la que considerábamos amigos o de confianza, con el tiempo, hemos visto que no son lo que esperábamos y nos han decepcionado. No nos mostraron su identidad completa…a pesar de que los tuviésemos enfrente. La red es una opción de tener una mayor posibilidad de tener contactos, de conocer y compartir. Son más opciones. Pero después depende de cada individuo. Otra cuestión es el analfabetismo digital que pueda ocasionar que contacten con personas que no debiera y que son fácilmente detectables. Es sin duda, una cuestión de formación, pero creo que el «trato», en el fondo, no es tan diferente del que se da en la vida ordinaria, donde puedes confiar en una persona y seguir ocultando su verdad tras la «máscara» que lleve puesta.
Muchas gracias Ana, por tus amables palabras sobre el artículo.
Los nichos de redes por edades parece que se dan en mayor medida entre jóvenes, en un próximo artículo, hablaré de casos en los que las generaciones mayores no consolidan redes sociales específicas para ellos (aparte de usar las genéricas), a pesar de lo que une potencialmente la cuestión generacional.
Y sí, creo que el uso de identidades falsas se da tanto en adolescentes como en adultos, pero la estrategia en ambos colectivos tiene matices diferentes.
Comparto contigo lo de la cautela ante las tendencias por la potencial aparición de nuevos dispositivos o plataformas web, pero hay que analizar algo lo que sucede con las herramientas y soportes actuales, que parecen bastante consolidados por ahora.
Por otra parte, en verdad lo que sucede con las relaciones establecidas en el contexto virtual no difieren mucho de la calidad, en cuanto al grado de conocimiento del «otro», de lo que acontece en el mundo «real».
Hay un texto de hace años de Genis Roca que lo sintetiza muy bien:
«Empieza a haber tres grupos de personas conocidas: las que conoces físicamente (más o menos), las que conoces digitalmente (más o menos) y las que conoces física y digitalmente (también más o menos). Y de los tres grupos, el primero de la gente que sólo conozco físicamente es el que más a menudo me resulta más sorprendente y con más gente que, si lo pienso bien, menos conozco y menos me han mostrado su verdadera realidad.»
Otro asunto, de peso, es el relativo al alfabetismo digital, que excede lo vinculado estrictamente al control en el marco de relaciones sociales (y que intentaré hablar en algún post futuro).
[…] Youtube frente a Facebook, un hecho que se añade a la constatación de que la opción que muchos adolescentes realizan por sistemas como Twitter, responde a un deseo de articular espacios propios de relaciones diferenciados de los espacios […]