Última actualización el 2019/06/02
«Soyons indulgents avec eux, ce sont des mutants»
Michel Serres
Uno de los síntomas actuales que observamos al intentar comprender los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos de nuestra sociedad es la imperiosa necesidad de aplicar una serie de denominaciones que nos permitan describir y comprender qué es lo que acontece con los colectivos humanos. Entre ellos, emerge con notable promiscuidad los apelativos utilizados para nombrar las sucesivas generaciones de jóvenes que se han desarrollado a lo largo de la historia. Toda una suerte de calificativos, con diferente acierto conceptual, que en ocasiones pueden suscitar una expresión de prejuicio o de culpabilidad por quienes lo aplican; por ejemplo, uno de los simpáticos y, a la vez, esclarecedores términos que recuerdo de los utilizados por algunos sociólogos y pediatras en los años 90 era el de “niño microondas” para identificar el aumento de casos en los que muchos preadolescentes comían solos en su casa con la comida preparada o precocinada y que se calentaban en un microondas.
Al abordar el colectivo de “juventud” las denominaciones al uso para cada generación están supuestamente asumidas por la comunidad de investigadores sociales. No obstante, hay autores como C. Feixa[1], que desde la óptica antropológica intentan afinar aún con más detalle sus definiciones, “bautizando a cada una de las diez décadas del siglo XX con las iniciales de determinados conceptos que se pueden considerar metafóricos (de la generación “A” a la generación “R”)”. O bien adaptando los términos a las cambiantes situaciones de los estilos y las conductas juveniles, como es el caso de “Generación Replicante”[2], o “Generación Einstein”[3] .
Y en este ámbito de los analistas del “hecho juvenil” nos encontramos con aportaciones singulares como la efectuada por Michel Serres, filósofo francés, quien anuncia que una nueva generación ha nacido, a la que llama: “Petite Poucette” (Pulgarcita) por “su especial capacidad de enviar mensajes y SMS con sus pulgares. Se refiere al colegial, la generación estudiante de hoy, que vive un tsunami en tanto el mundo cambia en torno ellos”[4]. Lo que constituye, para este pensador, un período histórico de inmenso cambio, comparable al final del Imperio romano o el Renacimiento.
Esta idea la desarrolló en una conferencia en la Academia Francesa el pasado mes de marzo[5], y en su argumentación expresa de manera radical que estos nuevos jóvenes, respecto a sus padres, No tienen pues ni el mismo cuerpo ni la misma conducta; ningún adulto ha sabido ni podido inspirarles una moral adaptada. Su horizonte temporal y perspectiva histórica son tremendamente distantes. Una generación que no ha vivido ninguna guerra, ni sus consecuencias, que nunca ha pasado hambre, y ante la que se pregunta: ¿Qué historia comprenderán ellos,…. sin haber experimentado en el sufrimiento, la «urgencia vital de una moral»?
Han sido formateados por los medios de comunicación distribuidos por los adultos, que meticulosamente han destruido su capacidad de atención mediante la reducción de la duración de las imágenes a siete segundos y el tiempo de respuesta a las preguntas a quince segundos, según cifras oficiales, donde la palabra más repetida es «Muerte» y la imagen más frecuente la de cadáveres. Y formateados por la publicidad, los adultos hemos duplicado nuestra sociedad del espectáculo de una sociedad pedagógica cuya competencia abrumadora, vanidosamente inculta, eclipsa a la escuela y a la universidad. Los mass-media se han apoderado desde hace tiempo de la función de la enseñanza. Y, como consecuencia, los maestros se han vuelto los menos escuchados de entre todos esos instructores.
Para ellos y sus docentes, el multiculturalismo es la regla desde hace algunos decenios. En un contexto donde “la lengua ha cambiado, y el trabajo ha mutado”. Y donde los antiguos espacios de concentraciones (ej. escuela, instituciones) se diluyen. Vivimos en un espacio de vecindades inmediatas pero, además, distributivo. [6]
Ellos habitan pues lo virtual. Las ciencias cognitivas muestran que el uso de la red, lectura o escritura rápida de SMS, las consultas de Wikipedia o de Facebook, no excitan las mismas neuronas ni las mismas zonas corticales que el uso del libro, del ábaco o del cuaderno. Pueden manipular muchas informaciones a la vez. No conocen, ni integran, ni sintetizan como sus ascendientes. No tienen pues la misma cabeza.
Escriben de otra manera. Al observarlos, con admiración, enviar SMS con los dos pulgares, los he bautizado “con la más grande ternura que pueda expresar un abuelo”: Pulgarcita y Pulgarcito.
Conocen de otra manera, escriben de otra manera y no hablan la misma lengua.
Y plantea como reto global el hecho de que queda por inventar nuevos lazos. Testimonio de ello es el espectacular reclutamiento de Facebook, casi la misma potencialidad que la población mundial. Como un átomo sin valencia, Pulgarcita está desnuda. Nosotros, los adultos, no hemos inventado ningún lazo social nuevo. [7]
Creo que una gran mayoría compartimos las observaciones que realiza M. Serres, aunque no aclare mucho las líneas de actuación futuras. Pero estas aseveraciones podrían, en parte, responder a un enfoque determinado por la constatación de que la inestabilidad de la sociedad obliga a generar por los jóvenes nuevas formas de supervivencia social y cultural. “La hipótesis central – de esta teoría- apunta a la idea de que los jóvenes tienen problemas de identidad y que su tratamiento requiere de un espacio seguro y protector.” [8]
En cierta medida ello entronca con la opinión de Marino Pérez, Catedrático de Psicología, cuando expresa: “Lo que pasa es que hay un desfase. La gente joven está preparada para vivir en un jardín de rosas, cuando si lo hubo alguna vez no fue duradero. Las nuevas generaciones no están preparadas para la dureza del mundo. Se pueden estrellar”.[9]
La duda que emerge bajo este punto de vista es en qué medida y en qué forma se gestan los márgenes de identidad que conforma esta nueva cultura juvenil. En última instancia cuando definimos a la juventud recurrimos a un conjunto de clasificaciones culturales cambiantes en cada época, y atravesadas por la diferencia y la diversidad. Y M. Serres ahonda en esas diferencias de la nueva generación mutante respecto a los adultos, en las que se perciben comportamientos más intuitivos e introyectivos. Pero no deja de ser un constructo cuyo significado se altera según quién lo define. Convencidos de que esta nueva definición no derivará en una nueva “subcultura juvenil”, se nos plantea, igualmente, la cuestión de cómo afecta este discurso en el seno del contexto donde los propios jóvenes desarrollan su vida.
Los escenarios inevitables que describe se enmarcan en la tesis de que la construcción del “sujeto juvenil” se debe más a la “divergencia” que a la “convergencia”. Donde la identidad juvenil se configura en una praxis y mientras más divergente es la praxis juvenil, mayor significación adquiere en la sociedad, mayor distinción alcanza.[10]
En su evidente descripción de esta praxis, M. Serres destaca también que: “se olvida una de las grandes leyes de la tecnología a la cual llamo yo la “inversión de la ciencia”. ¿Qué es la ciencia? La ciencia es lo que el padre enseña al hijo. ¿Qué es la tecnología? Es lo que el hijo enseña a su papá [11]. Cualquiera que utilice un teléfono de tercera generación, incluidos los niños, podrá opinar en cada momento sobre cualquier tema. Es imposible que eso no cambie las cosas. [12]
Entonces ¿Qué transmitir?, se pregunta Serres, si el acceso al saber está a partir de ahora abierto a todos, en la web, disponible, objetivado. Y, además, está distribuido. No ofrece muchas respuestas, más bien la necesidad de un posicionamiento abierto y positivo ante un futuro que, él mismo reconoce, le gustaría vivir hoy con 18 años. Con espíritu positivo este filósofo, experto en la historia y el análisis de la tecnología y de la ciencia, subraya con notable lucidez: “Sobre todo no digáis que al alumno le faltan funciones cognitivas que permitan asimilar el saber así distribuido, puesto que precisamente, esas funciones se transforman con el soporte. A causa de la escritura y la imprenta, la memoria, por ejemplo, se modificó a tal punto que Montaigne quería una cabeza bien hecha más bien que una cabeza bien llena. Esta cabeza (hoy) ha mutado» [13]
M. Serres finaliza su exposición con un reconocimiento de culpabilidad:
“Acuso a los filósofos (entre los que me incluyo), gentes que tienen por oficio anticipar el saber y las prácticas del futuro, y que (como yo) han fallado en su tarea. Comprometidos en la política del día a día, no vieron venir lo contemporáneo.”[14]
Dos reflexiones me surgen para finalizar:
Por un lado la conveniencia que todos quienes trabajamos con jóvenes y los investigadores del “hecho juvenil” deberíamos ampliar los análisis y centrarnos en dos temas axiales señalados por C. Feixa: la construcción histórica y cultural de la juventud a partir de la diversidad y, la metamorfosis de la juventud en la era de la globalización. [15]
Por otra parte, aún sabiendo el origen que motiva la denominación que utiliza Serres para esta generación mutante, no ceso de pensar en los juegos inconscientes que le hayan provocado elegir este nombre y las escenas que pueda representar en nuestro imaginario cotidiano. Deslizando nuestra atención sobre la fábula de PULGARCITO con todas sus moralejas y enseñanzas infantiles, subrayaría el dato de que el problema principal de su familia -la falta de dinero que obliga a su padre a abandonarle a él y sus hermanos en el bosque- se resuelve gracias al sueldo de mensajero que el pequeño consigue del Rey, después de contarle sus peripecias, al calzar las botas de siete leguas que roba al ogro.
Existe para algunos un hálito de esperanza de que los pulgarcitos contemporáneos logren salvar las economías familiares con trabajos rentables y creativos, o al menos, que logren su propia autonomía; lo que no está claro es con qué tipos de botas y quien será el rey que les reconozca en su labor y les contrate. Pero, además, nos encontramos con el riesgo de que los pulgarcitos de hoy no se pierdan en el bosque por dejar caer las migas de pan, sino por que ellos mismos irremediablemente terminarán comiéndoselas.
Más que ser indulgentes, con estos jóvenes mutantes, hay que ser proactivos. Y aprender todo lo posible de y con ellos y ellas.
REFERENCIAS:
[1] Carles Feixa: “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea»
Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Vol. 4, Nº. 2, 2006
[2] Carles Feixa: “Generación Replicante”. Diario El País 18/09/2009
[3] www.generacioneinstein.com/
[4] Michel Serres: Diario Libération, 3 septembre 2011 (Entrevista de Pascale Nivelle) www.liberation.fr/culture/01012357658-petite-poucette-la-generation-mutante
[5] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Séance solennelle «Les nouveaux défis de l’éducation» Mardi 1er mars 2011 www.institut-de-france.fr/education/serres.pdf
[6] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[7] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[8] Trejo Sánchez, J.A.: “Sociología de la Juventud, breve estado de la cuestión” en: Revista “Espacios Públicos”, agosto año 2005 vol. 8, núm. 016 Universidad Autónoma del Estado de México.
[9] Marino Pérez: Entrevista en diario “La Nueva España” de Asturias, 9/9/2011 www.lne.es/asturias/2011/09/09/sociedad-consumo-busca-gente-insatisfecha-felicidad-hoy-dura-escaparates/1126877.html
[10] Trejo Sánchez, J.A.: “Sociología de la Juventud, breve estado de la cuestión” Idem. Ant.
[11] Michel Serres: «Lo virtual es la misma carne del hombre» (Entrevista de Michel Alberganti) Diario Le Monde, París, lunes 18 de junio de 2001.
[12] Michel Serres: «Lo virtual es la misma carne del hombre» Idem. Ant.
[13] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[14] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[15] Carles Feixa: “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea* Idem. Ant.
NOTA: Un resumen de este artículo se publicó en el diario La Verdad de Murcia el 26/9/2011 : www.laverdad.es/murcia/prensa/20110926/opinion/generacion-mutante-pulgarcita-20110926.html
Una interesante reflexión que nos abre la cortina del incierto futuro que vivimos y al que solo sentimos a veces, en nuestro temor. Incierto por desconocido. Me gusta la reflexión de Serres de no haber sabido venir el futuro… así andamos todos y sobre todo me llama la atención los que son responsables de formar a ese futuro, hoy en forma de niños. No se me va de la cabeza el problema que me presentó el otro día un abuelo: está aprendiendo a usar internet, le está enseñando su nieta de 5 años, a la que le han prohibido usar el ordenador porque tiene que aprender a escribir con el lápiz…. es lo que tiene vivir en el ojo del huracán del cambio. Gracias por tu artículo
Hace tiempo que venimos inquietándonos por esas nuevas cabezas, nuevas subjetividades que tienen potencialidades y déficit y que están por descubrir. Muy buen artículo, Gabriel.
Estupendas reflexiones que a muchos y muchas nos pueden ayudar a salvar el abismo que nos separa de esa generación Pulgarcita.
Las diferencias generacionales siempre existieron, pero cuando has de saltar dos la cosa es más difícil.
Pero eso sí, comprender lo que está pasando con los nuevos movimientos es muy importante y de obligado cumplimiento. Tú y otras muchas personas nos podéis ayudar. Gracias
Gracias Gabriel por compartir con nosotros estos interesantes textos. Me quedo con aprender con ellos, con ser proactivos. Seguramente algunos de estos pulgarcitos morira dentro de cien años o más como cibor y no como ser humano tal como nacío. Lo decían en un programa del Punset el otro día.
Salud.
Tengo pulgarcitos a mi alrededor y mi reto personal es convertir una parte de mí en tan pulgarcito como pueda para quizá poder entendernos. ¿Son mejores?, ¿son peores? La respuesta es sí a ambas preguntas. Son diferentes, es ‘otra cabeza’. Y esas ‘otras cabezas’ tendrán pronto el mundo en sus manos (o pulgares). ¿Sera mejor?, ¿será peor? Nuevamente la respuesta es sí a ambas. Mi intención e invitación: descubre, aprende y adáptate o, cuando menos, entiende. Tu cabeza también puede ser ‘otra cabeza’ y, esta sí, sin duda, será mejor.
¡Gran trabajo Gabriel!
Gracias por compartir tu artículo. Indudablemente, el mundo está cambiando. Nuevos cambios tecnológicos, polítcos y sociales traen consigo nuevos valores. Me parece importante reconocer las diferencias generacionales para poder así comprenderlas mejor. Una vez más GRACIAS Y ENHORABUENA¡¡
Muy interesante. Sin embargo discrepo. Todos y no unicamente los jovenes estamos desbordados por la información. En el trabajo, en casa, incluso de vacaciones… Los jóvenes tienen ventaja puesto que están creciendo en este paradigma. La velocidad de información es compatible con el estudio y la formación siempre que el sistema educativo sea lo suficientemente exigente y la familia lo bastante comprometida. En la actualidad ambos han abdicado de sus responsabilidades. Ahì esta el unico problema. Jcu5236@gmail.com
Lo vuelvo a leer y me ha gustado más, enhorabuena Gabriel.
Las empresas, políticos y administración no saben como «atacar» esta nueva generación que no se deja dominar y comprometer con nada.
Tal como hablamos por teléfono, para dentro de 8 años, los que ahora tienen 10 años podran acudir a las urnas, tendrán capacidad de consumo y querrán una administración ágil, y la sociedad no se está preparando para ellos.
Todos seguimos intentado influirles cuando es lo que más rechazan…decidiran su voto 1 segundo antes por el tweet que vean en el momento de llegar al colegio electoral, y como dices en tu artículo no sabran de guerras civiles ni pleitos para pobres…
Las empresas tendrán que reinventar la publicidad ya que no se comprementerán con nadie ni con nada….
Felicidades
Muy interesante.
Muy bueno Gabriel….espero que todos tengamos suerte con esta generación del pulgarcitos, por la cuenta que nos trae.
La meta no la conocemos pero el camino aún lo podemos disfrutar.
muy buen artículo. Yo he tenido oportunidad de leer el libro de superficiales de N.Carr este verano. Imprescindible para entender todo este cambio. Pero ojo no es exclusivo de nuestra época. La escritura, los mapas, los relojes… Hicieron cambiar la forma de pensar en nuestro cerebro a nivel físico. Otra cuestion que me planteo,,, tal cuál se estan desarrollando los acontecimientos, estamos tan seguros que todo el mundo tendrá acceso a la red? Y en caso de ser así será una red neutral. Mantener internet titne costes conectarse tambíen…
Sí, desarrollarán el pulgar como los simios, otra vez. Todo vuelve al origen… Pero ya conocen el término «analfabetos virtuales». Aunque , por otro lado, también existen otros «neo-analfabetos» (saben leer pero no leen; saben escribir y no lo hacen), según Chomsky.
No importa tanto si es en piedra tallada, pápiros ó en un iPad. Un jeroglífico, un poema ó un sms. Mientras se comuniquen, transmitan información, conocimientos… etc. La base de la evolución humana.
Gracias, saludos blogeros!
pd: Generación espontánea… De la X ya se hablaba que era la 1ª críada sin la idea de dios, ahora es sin ideología. Acaso, la ecología. La tecnología. Pero si queremos cambiar todo esto tenemos que empezar a sacrificar algo, dicen.
Estamos en el camino, no acabamos sino de empezar. Tenemos toda la revolución por delante. Ó por hacer que decía Marcos, el subcomandante.
Me ha gustado el artículo, muy denso. Me han surgido bastantes ideas a partir del post, apuntaré solo un par de ellas:
– De acuerdo con que los medios de comunicación convencionales y la publicidad se dedican a minar el espíritu crítico, no solo de los jóvenes. De hecho, cada vez menos jóvenes ven TV o escuchan radio (aparte de alguna radiofórmula musical), ni menciono prensa escrita, así que esa influencia es cada vez menor. Me preocupan las «cadenas TV infantiles», que muestran todo menos valores relacionados con justicia social.
– Pensar que los jóvenes «no saben nada de la vida, pobres inocentes, porque no han sufrido» es una visión muy de persona adulta, algo que se repite generación tras generación. Los estudiantes que veo en la universidad son maś inocentes política y socialmente hablando, quizá porque ahora se madure más tarde en nuestras sociedades, pero tienen unos conocimientos y habilidades que yo no tenía cuando entré en la universidad (yo tengo ahora 40 años). Mi hijo y sus amigos, que están acabando Primaria, tienen unos conocimientos muy superiores a los que tenía yo con su edad, y un conocimiento del mundo que yo no podía ni soñar. Decidir que los jóvenes de hoy en día no son capaces de integrar conocimientos es una barbaridad, algunos sí y otros no, como siempre ha ocurrido. Lo que pasa es que no saben cosas que nosotros sabíamos, pero saben muchas otras que nosotros no sabíamos (ni sabemos).
Tenemos más jóvenes que nunca investigando, algo muy importante ya que aportan ideas creativas e innovadoras. Nunca ha habido tanta población en las universidades. Claro, no llega solo la élite de los estudiantes, la variedad es mayor y, por tanto, siempre podemos encontrar a estudiantes que tienen conocimientos inferiores a «los esperados» (otro asunto delicado).
Los humanos nos adaptamos a situaciones extremas con bastante rapidez, y esta generación no es diferente en ese sentido, porque también nos adaptamos a situaciones placenteras con bastante rapidez. En ese sentido, estoy muy de acuerdo en el acompañamiento de los adultos, aunque sea para que no nos hagan caso, para que puedan oponerse a nuestras propuestas.
Gracias, Gabriel, por el artículo. Comparto muchas de las reflexiones que realizas. En todo caso, creo que la indolencia de esta generación es producto más de la inacción social de sus adultos (padres, educadores, periodistas, políticos…).
En otras palabras: hemos renunciado a formar individuos… hemos diluido las reglas de juego… edulcoramos el tablero de combate social y equiparamos a todas las piezas entre sí… nos mantenemos equidistantes de deel peón y de la reina -como si fueran lo mismo-. «Para no perjudicarlos», nos decimos a nosotros mismos, justificándonos…
Y dejamos la pedagogía para nuestras queridas mascotas. ¿Los nuevos ciudadanos? Unos pobres y débiles tiranos.
Excelente artículo que invita a reflexionar y a leer despacio, una costumbre que quizás estemos perdiendo. La generación Pulgarcita ya está quedando atrás y todavía no la hemos terminado de entender. Con la llegada de las pantallas táctiles ha vuelto el predominio del índice, o cualquier dedo de la mano, para interactuar y avanzar páginas, ampliar, reducir, etc.
Por destacar una entre todas las ideas abiertas, me ha interesado el concepto de inversión de la ciencia de Serres: el niño educando al adulto. Un gran reto en el modo de comprender la sociedad hasta nuestros días, un gran reto no sólo para los padres sino también para los docentes.
Un último comentario: la afirmación de que esta generación no conocerá la guerra, ni el hambre o la crisis, lamentablemente parece también estar superada. Y quienes cambiarán el mundo son los jóvenes de ahora, pendientes más que nunca de las ideologías o mejor dicho de las ideas, más allá de banderas.
Un saludo,
[…] la originalidad del tema o una mezcla bien calibrada de todo ello. Es el caso de este texto de Gabriel Navarro que no puedo resistirme a traer a esta sección y compartirlo con los visitantes de este blog, sin […]
Lo he leído tres veces. Me gustan estas reflexiones, Gabriel.Dos décadas trabajando y disfrutando del porvenir con jóvenes y, en algunas ocasiones me quedo callada. Reconozco que el nombre de Pulgarcita es muy interesante, y me viene una duda recordando el cuento de origen. ¿qué ocurre con todos los hermanos de Pulgarcito? ¿a qué se dedicarán? Porque en el original se supone que todos viven de la actividad de Pulgarcito…
[…] Generación Mutante: un artículo del psicólogo Gabriel Navarro. […]
soberbio artículo y profundas interrogantes las que aquí se suscitan, tambien pieenso que la necesidad les obligará a cambiar las pautas, y que será duro para ellos, muchos no tienen memoria de la miseria
saludos blogueros