«Ya no hay que contestar a la pregunta ¿dónde ir?, sino a esta otra: ¿Dónde estás?”
Michel Serres
Hace más de veinte años, cuando recién se difundía públicamente la World Wide Web, publicaba el filósofo Michel Serres su obra “Atlas” (1) donde nos planteaba: “Sin un plano, ¿cómo recorrer la ciudad?… Si nos hemos perdido, nos encontramos gracias a él.” (p. 11) El espacio que nos rodea y en el cual creemos que discurre llanamente nuestras vidas cambia de forma irremediable y exige otros mapamundis. Además, afirmaba que al viajar de forma diferente, ya no vivimos, efectivamente, de la misma forma. Nos desplazamos sin movernos un solo paso, ¿Dónde se celebra esta conversación? … ¿en algún lugar intermedio? No. En un lugar virtual (p.12)
Sabemos que hoy en día, el recurso al mapa tradicional editado en papel se sustituye progresivamente por las visualizaciones digitales que nos permiten las pantallas de nuestros dispositivos móviles gracias a los sistemas GPS o a Google Maps. Y que, no solo continuamos utilizándolos, la verdad es que nuestra dependencia de ellos es cada vez mayor. Con la singular incertidumbre que nos provoca la evidencia de que los límites de nuestras pantallas no impiden percibirlos como infinitos. El inicial atlas físico se transmuta en un imaginario mapa mental gracias a la cartografía digital que nos ofrecen los dispositivos móviles, mostrando diversos referentes espacio-temporales, diferentes lugares, nuevas fronteras y, cómo no, otras formas de contacto.
Si esto sucede en nuestra vida cotidiana otorgándole un estatus de naturalidad, ¿se imaginan lo que supone enfrentarse a esta cartografía digital escuchando el relato de lo que nos devuelve Internet (más concretamente, el buscador Google) al pasear por cada calle que transitemos?
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