Última actualización el 2020/02/12
Entre las diversas definiciones de lo que se considera como Políticas de Juventud siempre ha destacado el concepto de «actores» aplicado a los jóvenes, ya sea como agentes, ya como finalidad en su rol social que caracteriza la misión esencial de estas políticas. Una de las más conocidas y radicales la expuso en 1996 el sociólogo Alain Touraine : «…el principal objetivo de una política de la juventud es incrementar en los jóvenes la capacidad de comportarse como actores sociales, o sea de modificar su entorno social para realizar proyectos personales…»
Una más completa definición nos la ofrecía hace una década uno de los mayores expertos europeos en esta materia, Lasse Siurala, cuando afirmaba que «…, el propósito de la política de juventud es crear las condiciones para el aprendizaje, la oportunidad y la experiencia que aseguren y faciliten que los jóvenes puedan desarrollar los conocimientos, las habilidades y competencias necesarias para ser actores de la democracia e integrarse en la sociedad, en particular jugando un papel activo en ambos, la sociedad civil y el mercado de trabajo. « (Siurala, 2005:16)
En documentos fundamentales como el Libro Blanco sobre la Juventud elaborado por la Comisión Europea en 2001, destaca en primer lugar, entre las cuatro áreas fundamentales de actuación: «1. desarrollar una ciudadanía activa de los jóvenes». En uno de los estudios más relevantes de ámbito europeo, realizado por IARD , denominado «Estudio sobre el estado de la juventud y de la política de juventud» (IARD 2001), se mostraba entre sus recomendaciones relativas a las prioridades de la política de juventud en la Unión Europea la necesidad de implicar a los jóvenes en las decisiones que les afecten, promoviendo su participación transversal a nivel local, regional y nacional. Y, en nuestro país, la Constitución de 1978 expresa en su artículo 48 que «los poderes públicos promoverán las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultura».
Entre otros aspectos, otros contenidos y tipos de políticas con estrategias diferentes, según la cultura y las características socio-políticas de cada país, prácticamente todos los países europeos declaran formalmente que la participación es un objetivo central de sus políticas en el campo de la juventud. El problema es que el potencial de compromiso de los jóvenes en la formulación de las políticas como actores de pleno derecho es muy limitado pues se observa que esferas cruciales para las vidas de los jóvenes, tales como la educación y el acceso a subsidios y derechos sociales quedan bajo la competencia de departamentos con lógicas «adultas». Como destaca Irena Guidikova: «La necesidad de un amplio consenso de principios básicos y objetivos de políticas generales entre los principales implicados en el campo juvenil –autoridades públicas y jóvenes– para asegurar la viabilidad de las políticas ha impuesto la participación imperativa como una de las características más distintivas de las políticas de juventud bajo regímenes democráticos». (Guidikova, 2002)
A pesar de conocer y asumir, en el nivel manifiesto, esos postulados defensores del papel de los jóvenes como «actores» en el desarrollo de políticas públicas y de su participación democrática, nos encontramos en la práctica con que los debates públicos sobre la situación de los jóvenes suelen estar atravesados por imágenes sociales paradójicas: hablan de jóvenes desde una perspectiva que pretende ser objetiva, pero en buena medida reflejan las preocupaciones de los adultos sobre la marcha de los asuntos colectivos, sus propias vidas y las relaciones intergeneracionales. (Morán y Benedicto, 2008).
En este último periodo de intensa crisis que afecta negativamente a muchas políticas públicas de bienestar social, las Políticas de Juventud, como hemos manifestado en ocasiones anteriores, no pueden evitar verse amenazadas de su erradicación en muchos lugares del país. En este contexto, al abordar el seminario sobre «Políticas de Juventud en época de crisis«, en el marco de los Encuentros Internacionales de Juventud de Cabueñes 2014, se nos planteaba la cuestión de como enfrentarnos operativamente y de forma constructiva a esbozar propuestas que fueran factibles, más allá de la necesidad evidente de cambiar profundamente las decisiones y enfoques políticos que nos han llevado a esta situación de déficit severo en nuestro estado de bienestar, con unos niveles de exclusión social de la población juvenil abismales en comparación con el resto de países europeos.
La opción que adoptamos para trabajar estas propuestas, con un tiempo excesivamente limitado y con un grupo heterogéneo de participantes, fue aproximarnos modestamente al punto de vista de la prospectiva exploratoria para diagnosticar de manera breve la situación que observamos en nuestro entorno y esbozar hacia donde se podría y se debería tender para garantizar en el futuro las Políticas de Juventud. Entre las diversas alternativas teníamos la posibilidad de tratar contenidos concretos que afectan a los ejes temáticos de las políticas públicas dirigidas a los jóvenes. Pero consideramos que, en estos momentos de abrumadora crisis, nuestra atención debería focalizarse sobre los «actores» en los diferentes ciclos de las políticas públicas (Ortegón, 2008)
Evidentemente, la puesta en ejercicio de una seria metodología de prospectiva nos llevaría un proceso de aprendizaje y de puesta en práctica bastante amplio. Así como, la oportuna planificación de escenarios para enfrentarnos a la situación de incertidumbre en la que nos encontramos. Y no descartamos la conveniencia de que en algún momento tengamos que dedicar parte de nuestro esfuerzo en su conocimiento y su aplicación en el ámbito de las Políticas de Juventud. Pensando en una herramienta sencilla, de sondeo inicial del papel de los actores, decidimos utilizar una TABLA mediante la cual cada participante a partir de su propia experiencia debe registrar en qué medida, en qué porcentaje, considera que intervienen realmente cada uno de los actores: a) representantes políticos, b) técnicos y empleados públicos, c) los colectivos y jóvenes asociados, y c) jóvenes individuales (no asociados); en cada ciclo de las las políticas públicas de juventud: a) Identificación y definición de problemas, b) Formulación de políticas, c) Adopción de la decisión, d) Implantación y desarrollo, e) Evaluación. Y, a continuación, en qué porcentaje óptimo debería ser la intervención de cada clase de actor en cada ciclo.
Para ello los participantes se distribuyeron en grupos lo más homogéneos posible (miembros de asociaciones juveniles, técnicos de juventud, miembros de colectivos sociales o, representantes de estudiantes, p. ej.), pues, de esta forma, podemos contrastar en los debates plenarios, cómo cada clase de colectivo expresa sus opiniones sobre el papel que cumplen los diferentes actores, en función de su particular opinión, sus prácticas y su posición en la red de relaciones con los demás agentes. Una vez detectados cuales son los casos de mayor diferencia observados en cada uno de los ciclos, se realizó una tormenta de ideas de las causas principales que motivaban dicha disimilitud. Y, posteriormente, consensuar las acciones o estrategias adecuadas para solventar esas disparidades. Una vez elaborado el informe de cada grupo en su tabla correspondiente, se procedió a exponer y defender en público y confrontar con los demás grupos las observaciones destacadas de cada ciclo, y las acciones propuestas para su resolución o superación.
De todo el debate que se generó, a pesar de los límites de tiempo que disponíamos, se pudo llegar a producir una serie de conclusiones y propuestas que se pueden consultar en este documento PDF del seminario «E04 «Políticas de Juventud en época de crisis». Finalmente, con posterioridad al seminario, y a través de una lista de correo electrónico con todos los participantes, elaboramos y discutimos un borrador que finalmente terminó constituyendo el Decálogo sobre Políticas de Juventud – Cabueñes 2014.
REFERENCIAS:
i Touraine. A. (1996) "Juventud y Democracia en Chile". Revista Iberoamericana de Juventud No..1, OIJ. Madrid, 1996
ii Siurala, L. (2005) European Framework of Youth Policy. Directorate of Youth and Sport. Council of Europe Publishing.
iii IARD (2001) STUDY on the state of young people and youth policy in Europe: final reports: executive summary and comparative reports. Milano : IARD, 2001
iv Guidikova, I. (2002) Tendencias y perspectiva de las políticas europeas de juventud, en: Revista Estudios de juventud nº. 59/02 INJUVE. Madrid
v Morán, M.L. y Benedicto, J.L. (2008) Los jóvenes como actores sociales y políticos en la sociedad global, en: Pensamiento iberoamericano, ISSN 0212-0208, Nº. 3, 2008, págs. 139-164
vi Ortegón, E. (2008): Guía sobre diseño y gestión de la política pública. Organización del Convenio Andrés Bello, Colciencias, Bogotá. Instituto de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Alcalá. 2008