Una Generación Mutante: Pulgarcita
por: Gabriel Navarro

«Soyons indulgents avec eux, ce sont des mutants»

Michel Serres

Uno de los síntomas actuales que observamos al intentar comprender los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos de nuestra sociedad es la imperiosa necesidad de aplicar una serie de denominaciones que nos permitan describir y comprender qué es lo que acontece con los colectivos humanos. Entre ellos, emerge con notable promiscuidad los apelativos utilizados para nombrar las sucesivas generaciones de jóvenes que se han desarrollado a lo largo de la historia. Toda una suerte de calificativos, con diferente acierto conceptual, que en ocasiones pueden suscitar una expresión de prejuicio o de culpabilidad por quienes lo aplican; por ejemplo, uno de los simpáticos y, a la vez, esclarecedores términos que recuerdo de los utilizados por algunos sociólogos y pediatras en los años 90  era el de “niño microondas” para identificar el aumento de casos en los que muchos preadolescentes comían solos en su casa con la comida preparada o precocinada y que se calentaban en un microondas.

Al abordar el colectivo de “juventud” las denominaciones al uso para cada generación están supuestamente asumidas por la comunidad de investigadores sociales. No obstante, hay autores como C. Feixa[1], que desde la óptica antropológica intentan afinar aún con más detalle sus definiciones, “bautizando a cada una de las diez décadas del siglo XX con las iniciales de determinados conceptos que se pueden considerar metafóricos (de la generación “A” a la generación “R”)”. O bien adaptando los términos a las cambiantes situaciones de los estilos y las conductas juveniles, como es el caso de “Generación Replicante[2], o “Generación Einstein[3] .

Y en este ámbito de los analistas del “hecho juvenil” nos encontramos con aportaciones singulares como la efectuada por Michel Serres, filósofo francés, quien anuncia que una nueva generación ha nacido, a la que llama: “Petite Poucette” (Pulgarcita) por “su especial capacidad de enviar mensajes y SMS con sus pulgares. Se refiere al colegial, la generación estudiante de hoy, que vive un tsunami en tanto el mundo cambia en torno ellos[4]. Lo que constituye, para este pensador, un período histórico de inmenso cambio, comparable al final del Imperio romano o el Renacimiento.

Esta idea la desarrolló en una conferencia en la Academia Francesa el pasado mes de marzo[5], y en su argumentación expresa de manera radical que estos nuevos jóvenes, respecto a sus padres, No tienen pues ni el mismo cuerpo ni la misma conducta; ningún adulto ha sabido ni podido inspirarles una moral adaptada. Su horizonte temporal y perspectiva histórica son tremendamente distantes. Una generación que no ha vivido ninguna guerra, ni sus consecuencias, que nunca ha pasado hambre, y ante la que se pregunta: ¿Qué historia comprenderán ellos,…. sin haber experimentado en el sufrimiento, la «urgencia vital de una moral»?

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Han sido formateados por los medios de comunicación distribuidos por los adultos, que meticulosamente han  destruido su capacidad de atención mediante la reducción de la duración de las imágenes a siete segundos y el tiempo de respuesta a las preguntas a quince segundos, según cifras oficiales, donde la palabra más repetida es «Muerte» y la imagen más frecuente la de cadáveres. Y formateados por la publicidad, los adultos hemos duplicado nuestra sociedad del espectáculo de una sociedad pedagógica cuya competencia abrumadora, vanidosamente inculta, eclipsa a la escuela y a la universidad. Los mass-media se han apoderado desde hace tiempo de la función de la enseñanza. Y, como consecuencia, los maestros se han vuelto los menos escuchados de entre todos esos instructores.

Para ellos y sus docentes, el multiculturalismo es la regla desde hace algunos decenios. En un contexto donde “la lengua ha cambiado, y el trabajo ha mutado”. Y donde los antiguos espacios de concentraciones (ej. escuela, instituciones) se diluyen. Vivimos en un espacio de vecindades inmediatas pero, además, distributivo. [6]

Ellos habitan pues lo virtual. Las ciencias cognitivas muestran que el uso de la red, lectura o escritura rápida de SMS, las consultas de Wikipedia o de Facebook, no excitan las mismas neuronas ni las mismas zonas corticales que el uso del libro, del ábaco o del cuaderno. Pueden manipular muchas informaciones a la vez. No conocen, ni integran, ni sintetizan como sus ascendientes. No tienen pues la misma cabeza.

Escriben de otra manera. Al observarlos, con admiración,  enviar SMS con los dos pulgares, los he bautizado “con la más grande ternura que pueda expresar un abuelo”: Pulgarcita y Pulgarcito.

Conocen de otra manera, escriben de otra manera y no hablan la misma lengua.

Y plantea como reto global el hecho de que queda por inventar nuevos lazos. Testimonio de ello es el espectacular reclutamiento de Facebook, casi la misma potencialidad que la población mundial. Como un átomo sin valencia, Pulgarcita está desnuda. Nosotros, los adultos, no hemos inventado ningún lazo social nuevo. [7]

Michel Serres

Creo que una gran mayoría compartimos las observaciones que realiza M. Serres, aunque no aclare mucho las líneas de actuación futuras. Pero estas aseveraciones podrían, en parte, responder a un enfoque determinado por la constatación de que la inestabilidad de la sociedad obliga a generar por los jóvenes nuevas formas de supervivencia social y cultural. “La hipótesis central – de esta teoría- apunta  a la idea de que los jóvenes tienen problemas de identidad y que su tratamiento requiere de un espacio seguro y protector.” [8]

En cierta medida ello entronca con la opinión de Marino Pérez, Catedrático de Psicología, cuando expresa: “Lo que pasa es que hay un desfase. La gente joven está preparada para vivir en un jardín de rosas, cuando si lo hubo alguna vez no fue duradero. Las nuevas generaciones no están preparadas para la dureza del mundo. Se pueden estrellar”.[9]

La duda que emerge bajo este punto de vista es en qué medida y en qué forma se gestan los márgenes de identidad que conforma esta nueva cultura juvenil. En última instancia cuando definimos a la juventud recurrimos a un conjunto de clasificaciones culturales cambiantes en cada época, y  atravesadas por la diferencia y la diversidad. Y M. Serres ahonda en esas diferencias de la nueva generación mutante respecto a los adultos, en las que se perciben comportamientos más intuitivos e introyectivos. Pero no deja de ser un constructo cuyo significado se altera según quién lo define. Convencidos de que esta nueva definición no derivará en una nueva “subcultura juvenil”, se nos plantea, igualmente, la cuestión de cómo afecta este discurso en el seno del contexto donde los propios jóvenes desarrollan su vida.

Los escenarios inevitables que describe se enmarcan en la tesis de que la construcción del “sujeto juvenil” se debe más a la “divergencia” que a la “convergencia”. Donde la identidad juvenil se configura en una praxis y mientras más divergente es la praxis juvenil, mayor significación adquiere en la sociedad, mayor distinción alcanza.[10]

En su evidente descripción de esta praxis, M. Serres destaca también que: “se olvida una de las grandes leyes de la tecnología a la cual llamo yo la “inversión de la ciencia”. ¿Qué es la ciencia? La ciencia es lo que el padre enseña al hijo. ¿Qué es la tecnología? Es lo que el hijo enseña a su papá [11]. Cualquiera que utilice un teléfono de tercera generación, incluidos los niños, podrá opinar en cada momento sobre cualquier tema. Es imposible que eso no cambie las cosas. [12]

Entonces ¿Qué transmitir?, se pregunta Serres, si el acceso al saber está a partir de ahora abierto a todos, en la web, disponible, objetivado. Y, además, está distribuido. No ofrece muchas respuestas, más bien la necesidad de un posicionamiento abierto y positivo ante un futuro que, él mismo reconoce, le gustaría vivir hoy con 18 años. Con espíritu positivo este filósofo, experto en la historia y el análisis de la tecnología y de la ciencia, subraya con notable lucidez: “Sobre todo no digáis que al alumno le faltan funciones cognitivas que permitan asimilar el saber así distribuido, puesto que precisamente, esas funciones se transforman con el soporte. A causa de la escritura y la imprenta, la memoria, por ejemplo, se modificó a tal punto que Montaigne quería una cabeza bien hecha más bien que una cabeza bien llena. Esta cabeza (hoy) ha mutado» [13]

M. Serres finaliza su exposición con un reconocimiento de culpabilidad:

“Acuso a los filósofos (entre los que me incluyo), gentes que tienen por oficio anticipar el saber y las prácticas del futuro, y que (como yo) han fallado en su tarea. Comprometidos en la política del día a día, no vieron venir lo contemporáneo.”[14]

Dos reflexiones me surgen para finalizar:

Por un lado la conveniencia que todos quienes trabajamos con jóvenes y los investigadores del “hecho juvenil” deberíamos ampliar los análisis y centrarnos en dos temas axiales señalados por C. Feixa: la construcción histórica y cultural de la juventud a partir de la diversidad y, la metamorfosis de la juventud en la era de la globalización. [15]

Por otra parte, aún sabiendo el origen que motiva la denominación que utiliza Serres para esta generación mutante, no ceso de pensar en los juegos inconscientes que le hayan provocado elegir este nombre y las escenas que pueda representar en nuestro imaginario cotidiano. Deslizando nuestra atención sobre la fábula de PULGARCITO con todas sus moralejas y enseñanzas infantiles, subrayaría el dato de que el problema principal de su familia -la falta de dinero que obliga a su padre a abandonarle a él y sus hermanos en el bosque- se resuelve gracias al sueldo de mensajero que el pequeño consigue del Rey, después de contarle sus peripecias, al calzar las botas de siete leguas que roba al ogro.

Existe para algunos un hálito de esperanza de que los pulgarcitos contemporáneos logren salvar las economías familiares con trabajos rentables y creativos, o al menos, que logren su propia autonomía; lo que no está claro es con qué tipos de botas y quien será el rey que les reconozca en su labor y les contrate. Pero, además, nos encontramos con el riesgo de que los pulgarcitos de hoy no se pierdan en el bosque por dejar caer las migas de pan, sino por que ellos mismos irremediablemente terminarán comiéndoselas.

Más que ser indulgentes, con estos jóvenes mutantes, hay que ser proactivos. Y aprender todo lo posible de y con ellos y ellas.

REFERENCIAS:

[1] Carles Feixa: “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea»
Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Vol. 4, Nº. 2, 2006
[2] Carles Feixa: “Generación Replicante”. Diario El País 18/09/2009
[3] http://www.generacioneinstein.com/
[4] Michel Serres: Diario Libération, 3 septembre 2011 (Entrevista de Pascale Nivelle) http://www.liberation.fr/culture/01012357658-petite-poucette-la-generation-mutante
[5] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Séance solennelle «Les nouveaux défis de l’éducation» Mardi 1er mars 2011 http://www.institut-de-france.fr/education/serres.pdf
[6] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[7] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[8] Trejo Sánchez, J.A.: “Sociología de la Juventud, breve estado de la cuestión” en: Revista “Espacios Públicos”, agosto año 2005 vol. 8, núm. 016 Universidad Autónoma del Estado de México.
[9] Marino Pérez: Entrevista en diario “La Nueva España” de Asturias, 9/9/2011 http://www.lne.es/asturias/2011/09/09/sociedad-consumo-busca-gente-insatisfecha-felicidad-hoy-dura-escaparates/1126877.html
[10] Trejo Sánchez, J.A.: “Sociología de la Juventud, breve estado de la cuestión” Idem. Ant.
[11] Michel Serres: «Lo virtual es la misma carne del hombre» (Entrevista de Michel Alberganti) Diario Le Monde, París, lunes 18 de junio de 2001.
[12] Michel Serres: «Lo virtual es la misma carne del hombre» Idem. Ant.
[13] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[14] Michel Serres, PETITE POUCETTE. Académie Française. Idem. Ant.
[15] Carles Feixa: “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era contemporánea* Idem. Ant.

NOTA:  Un resumen de este artículo se publicó en el diario La Verdad de Murcia el 26/9/2011 : http://www.laverdad.es/murcia/prensa/20110926/opinion/generacion-mutante-pulgarcita-20110926.html

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