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Etiqueta: novela

Las músicas de juventud de nuestras nubes interiores

Abordar una novela en la que te encuentras atravesando por procesos históricos que uno mismo ha vivido intensamente puede suponer un reto notable de cara a realizar su presentación pública y/o entre amigos/as desde un enfoque objetivo, pues, más allá de que cuando leemos cualquier narración podamos disfrutar en mayor o menor medida de la identificación que proyectamos en sus protagonistas, los acontecimientos y las actitudes psicológicas de sus actores adoptan un papel más penetrante al reconocernos en las épocas vitales por las que transcurren.

Esto me ha sucedido al leer la novela «La Velocidad de las Nubes» (Entrelíneas Editores, 2018. Novela finalista del III Certamen Literario «Mujer al Viento» de Torrejón de Ardoz) de la escritora y amiga Ana Fructuoso, quien hoy nos invita a dialogar sobre su libro (*). Todos sabemos que nadie es totalmente objetivo al enfrentarse a una obra, sea cual sea su carácter. Pero, sinceramente, yo me siento muy cómplice de esta historia, aún siendo consciente de que la protagonista es una mujer y ello podría, en principio, marcar cierta distancia particular. Ana Fructuoso nos expone en esta su primera novela una serie de personajes masculinos y femeninos secundarios que bordean y moldean la evolución como persona de Matilde, la protagonista, y de entre los masculinos les reconozco que no me siento extraño de muchas de sus posiciones y comportamientos en los escenarios de cada momento por los que atraviesan, todo lo contrario. No obstante, el personaje masculino principal, un Ernesto dotado de especiales atributos y bondades, me parece algo distante de los personajes que conocíamos por aquél entonces. Supongo, paralelamente, que la mayoría de mujeres que la lean, sobre todo quienes vivieron su juventud en el periodo de la transición política española, se podrán sentir identificadas con varias de las reacciones, conductas y sentimientos que vitalmente conforman el desarrollo de su personalidad, así como en sus dudas, sus acercamientos, sus huidas y sus esperanzas que quedan sutilmente esbozadas al final.

Portada_La Velocidad de las nubes
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Y, sin embargo, me querían

INTRO

¿Cómo hablar de las sensaciones y pensamientos que me evoca una espléndida novela como lo es “La primera vez que no te quiero” sin reiterar las acertadas ideas y opiniones de quienes poseen la maestría de la crítica literaria? Más aún, cuando no pretendo en ningún momento ser crítico literario. Desde su edición en este verano, nos encontramos ya con buenas reseñas y críticas como la de Juntando más Letras y certeras entrevistas como la publicada en el especial de El Cultural , entre otras muchas de gran valor y sabiduría. [1]

Cuando Lola López Mondéjar me propuso afectuosamente que participase en la presentación de su novela en la Librería LER de Cartagena, el pasado 24 de octubre junto con la profesora Flori Celdrán, lo hacía sabiendo que sus obras no cesan de evocarme vitales sensaciones y provocarme una suerte de reflexiones más allá de lo estrictamente literario; como manifesté, por ejemplo, en mi lectura de su impactante obra “Mi amor desgraciado” .  Aún con el riesgo de que mis observaciones se distancien de su personal visión de sus obras por el hecho, entre otros aspectos, de haber sido partícipe de la generación de jóvenes que describe en su novela. Tenía, además, el reto de esbozar unas ideas cuyas perspectivas fueran, en lo posible, complementarias o divergentes de la enternecedora lectura que Flori Celdrán nos ofreció en su presentación de esta novela.

Y comenzaba mi exposición así:

A los diez años Julia, la protagonista de “La primera vez que no te quiero” era extremadamente religiosa.

“Me metía en la iglesia al atardecer, cuando los fieles estaban ausentes y en el interior del templo se respiraba una exquisita tranquilidad, una atmósfera intemporal de nave a la deriva, con un sereno e íntimo olor a cera,…”  p.53

Cubierta Laprimera vez que no te quiero
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Medea a la vuelta de la esquina

«La leyenda del amor, desvelémosla y el mundo aparecerá devastado.»
Mi amor desgraciado

Al enfrentarnos a una muerte por homicidio que antecede e inicia la historia de una novela nos embarga la inquietud de saber como acontecerá su relato de forma que le dé sentido, ya sea por la maldad o bondad de quien la ejecuta ya sea por la singular naturaleza de quien la sufre. Tales comienzos, sin duda, atraen y constituyen elementos habituales en la novela negra o de misterio otorgándole un carácter propio. La sorpresa irrumpe al comprobar que la muerte de inocentes no responde a otro misterio que a un modelo erótico y vehemente de ser amante, de mujer dominada por su deseabilidad que lucha atrozmente por verse liberada de una extraordinaria pasión no correspondida, quien se enfrenta a un delirio de perfección en un amor supuesto sin límites, en el sentido que nos recuerda Kristeva [i]: “… el amor solo es sublime cuando se acuerda de lo divino: de la perfección.”

En la impactante novela de Lola López Mondéjar “Mi amor desgraciado” (Ed. Siruela),  la amante perfecta, sumisa y voluble al abanico de fantasías del amado relata con parsimonia, con lenguaje directo y una suerte de lógica de lo inevitable, su tránsito de la felicidad idílica al drama del asesinato de sus hijos en una búsqueda de su identidad, de su diferencia con el otro que no le corresponde, con una personalidad que se desvanece conforme nutre sus gestos más allá de la venganza.  ¡Tanto puede pesar en una decisión autodestructiva la “infinitud del goce” que hablaba Baudelaire!

«Mi naturaleza está hecha de tal manera que cuando me siento contrariada soy incapaz de expresiones afectivas»

Mi amor desgraciado

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