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Etiqueta: literatura

Las músicas de juventud de nuestras nubes interiores

Abordar una novela en la que te encuentras atravesando por procesos históricos que uno mismo ha vivido intensamente puede suponer un reto notable de cara a realizar su presentación pública y/o entre amigos/as desde un enfoque objetivo, pues, más allá de que cuando leemos cualquier narración podamos disfrutar en mayor o menor medida de la identificación que proyectamos en sus protagonistas, los acontecimientos y las actitudes psicológicas de sus actores adoptan un papel más penetrante al reconocernos en las épocas vitales por las que transcurren.

Esto me ha sucedido al leer la novela «La Velocidad de las Nubes» (Entrelíneas Editores, 2018. Novela finalista del III Certamen Literario «Mujer al Viento» de Torrejón de Ardoz) de la escritora y amiga Ana Fructuoso, quien hoy nos invita a dialogar sobre su libro (*). Todos sabemos que nadie es totalmente objetivo al enfrentarse a una obra, sea cual sea su carácter. Pero, sinceramente, yo me siento muy cómplice de esta historia, aún siendo consciente de que la protagonista es una mujer y ello podría, en principio, marcar cierta distancia particular. Ana Fructuoso nos expone en esta su primera novela una serie de personajes masculinos y femeninos secundarios que bordean y moldean la evolución como persona de Matilde, la protagonista, y de entre los masculinos les reconozco que no me siento extraño de muchas de sus posiciones y comportamientos en los escenarios de cada momento por los que atraviesan, todo lo contrario. No obstante, el personaje masculino principal, un Ernesto dotado de especiales atributos y bondades, me parece algo distante de los personajes que conocíamos por aquél entonces. Supongo, paralelamente, que la mayoría de mujeres que la lean, sobre todo quienes vivieron su juventud en el periodo de la transición política española, se podrán sentir identificadas con varias de las reacciones, conductas y sentimientos que vitalmente conforman el desarrollo de su personalidad, así como en sus dudas, sus acercamientos, sus huidas y sus esperanzas que quedan sutilmente esbozadas al final.

Portada_La Velocidad de las nubes
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Un soldado con un arpa

Hacía tiempo que no me emocionaba tanto la lectura de una historia narrada de manera sencilla que, a pesar de lo insólito de sus acontecimientos y de una épica singular, conmina a reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia, sobre la idea de solidaridad, la comunicación y el apoyo mutuo a través de la música, y las mutaciones de la naturaleza que podemos otorgar a nuestro propio ser como individuos, en un entorno violento y hostil. Entre las novelas que abordan el espíritu del pacifismo ocupa un lugar relevante EL ARPA BIRMANA (Biruma no tategoto) de MIichio Takeyama, una obra de 1947 que tuvo que sortear en parte la censura de la época de postguerra en su país, editada en España por Ediciones del Viento en 2004 (trad. de Fernando Rodríguez-Izquierdo Gavala) y reeditada en 2009 en DeBolsillo.

Michio Takeyama, crítico literario quien en los años 40 traducía a Nietsche y Goethe al japonés, nos narra una historia original, muy vitalista y con un cierto toque exótico a veces, en un marco atroz de finales de la segunda Guerra Mundial, la cual se desarrolla en Birmania, en un territorio atestado de tropas japonesas que peregrinan sin rumbo claro acosadas por las fuerzas aliadas. Un país donde fallecieron más de trescientos mil japoneses. Destacan dos protagonistas en su relato, de un lado la llamada ‘compañía de las canciones’ cuyo capitán, un músico de profesión, mantiene alto el ánimo de sus hombres mediante la interpretación coral de canciones tradicionales, ya fuera en momentos de calma, ya en situaciones de riesgo frente al potencial enemigo. Esta compañía huye a través de las selvas birmanas para escapar hacia Siam desconociendo que se ha firmado el armisticio tras el alto el fuego. El otro protagonista es el cabo Mizushima quien destaca en su habilidad para tocar el arpa birmana. Entre sus destrezas, asumía el riesgo de ser avanzadilla para averiguar si existía o no peligro para la compañía a la hora de avanzar, tocando un tema musical diferente en su arpa birmana según el camino estuviera despejado o no. Finalmente la compañía es apresada. Y, ante la posibilidad de interceder y convencer a otra compañía japonesa resistente en una montaña de la inutilidad de su batalla, el cabo Mizushima es enviado a propuesta de su capitán y con la autorización del mando inglés a una misión de la que no regresa. Ante su desaparición sus compañeros anhelan su vuelta y se esfuerzan en localizarlo. Las esperanzas de la compañía crecen cuando ven a un monje birmano con gran parecido.

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