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Mes: noviembre 2013

Raghúpati con una trompeta de jazz

Siempre me gustó la música de fusión (la que ahora los listos y entendidos denominan «crossover«, para no perder comba anglo). Desde hace tiempo pienso que, aparte de disfrutar de las fuentes musicales originales de cada tierra, de cada cultura, hay experimentos mestizos que nos emocionan y nos ilustran las virtudes dispares de la creación musical. Aproximando estilos y maneras distintas de concebir la música, de manera tal que comprobamos que esas diferencias culturales se sortean con la combinación de varias notas e instrumentos de artistas con una sensibilidad particular.

Hace más de 20 años tuve el enorme placer de escuchar la música del gran intérprete americano Jai Uttal, uno de los más grandes músicos multi-instrumentistas quien, aparte de adentrarnos en las ancestrales y populares músicas de la India mediante un espíritu actualizado, nos demostró ya entonces -hace muchos años- que la mezcla de la música procedente del folclore popular y otros géneros como la música de jazz y la música electrónica se convertirían en una novedosa lectura de la world music con sus diversas intersecciones.

Entonces adquirí uno de los CDs que con más aprecio conservo, el titulado Footprints (“Huellas”) que realizó Jai Uttal en 1990 bajo un sello discográfico de Malibú, denominado Triloka (una singular palabra, que proviene del sánscrito y significa «tres mundos»),  en el que cuenta con artistas de la talla del vanguardista en el free jazz Don Cherry (padre de la cantante Neneh Cherry), introduciendo magistralmente los sonidos de su trompeta con gran sutileza melódica y una sensual calidez emocional, y la voz solemne de Lakshmi Shankar .

Jai Uttal - Footprints
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Mi alma en el móvil ( #25N )

Alarga el brazo al máximo. Tiene que hacerlo si quiere que la foto salga completa. Y se coloca frente al espejo para que refleje mejor la luz del techo. Ya lo había practicado muchas veces. Al principio le hizo gracia saber que sus amigas, que también lo hacen, llamaban a esa manera particular de hacerse fotos a sí mismas como “canishots”, es decir, las penosas autofotos que los “canis” y las “yenis” se hacen a sí mismos en algunas escenas chistosas y supuestamente graciosas. Pero también conoce, porque lo encontró en Internet, que en todo el mundo se llaman “selfie” , fotografías que uno toma de sí mismo, normalmente extendiendo el brazo con un teléfono smartphone, y que se cuelga en una web de redes sociales, o se envía a otros amigos por Whatsapp.

Pero ahora esta foto no tiene mucha gracia. Tiene que mostrar claramente cómo está maquillada. Tiene que verse bien con detalle que la blusa y la falda son bonitas, pero no superan el límite para que no aparezca como una fresca. Para que no la llame puta su novio, quién está esperando ansioso recibir esa foto para decidir si la permite salir así vestida a la fiesta con los demás de la pandilla. Es que, piensa ella, su novio la quiere mucho. Está loco por ella. Por eso le muestra día tras día sus celos como un tío de verdad. Está pendiente de ella, le regala de vez en cuando unos pendientes, le manda también él sus fotos de cómo se va a vestir en alguna ocasión. Aunque ella no puede juzgar su vestimenta, ella siempre le dice que es un tío guapo. Y cada vez que recibe un mensaje en el móvil expresándole que piensa en ella y preguntándole dónde está, se siente una mujer querida y deseada. Otras de su clase no lo consiguen.

Mi alma en el móvil Mi alma en el móvil. Foto: Gabriel Navarro
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Adiós Facebook. ¡Hola Apps!

Hace poco observábamos como entre los más jóvenes, en Estados Unidos, aparecía una tendencia de desplazamiento en el uso de redes sociales desde Facebook hacia Twitter y hacia la plataforma de microbloging Tumblr, así como el aumento de su interés por canales como Youtube frente a Facebook, un hecho que se añade a la constatación de que la opción que muchos adolescentes realizan por sistemas como Twitter, responde a un deseo de articular espacios propios de relaciones diferenciados de los espacios virtuales hacia los que se introducen en los últimos años sus respectivos padres y familiares, así como la creación de modos de comunicación con una identidad más próxima a ellos, entre otros aspectos.

Lo destacable en estos últimos meses reside en cómo otros sistemas y aplicaciones incorporadas en los dispositivos de comunicación, como los teléfonos móviles, se convierten en novedosas plataformas de redes sociales alternativas y con una particular gestión garante de la intimidad y de la privacidad con respecto a sus amigos y grupos de pares.

En un reciente artículo titulado “Teenagers say goodbye to Facebook and hello to messenger apps”, publicado en The Guardian, Parmy Olson nos explica detalles del éxodo gradual de los jóvenes hacia aplicaciones de mensajería (messenger Apps) al mismo tiempo que sus madres y padres consiguen adaptarse al ritmo de las redes sociales.

Facebook reconocía el mes pasado que descendía notablemente el número de usuarios diarios, especialmente entre adolescentes. «En Facebook hemos advertido una disminución diaria de usuarios adolescentes de entre 12 y 19 años del segundo al tercer trimestre de 2013». Confirmándose un hecho percibido desde hace tiempo: los adolescentes todavía mantienen en Facebook sus perfiles, pero ya no lo usan como antes.

APP (fuente de la imagen: enyetech.com)
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