El futuro de la juventud
por: Gabriel Navarro

NAU XXI es un Centro Cultural en el cual, a iniciativa de la Universidad de Valencia, se pretende contribuir al debate social mediante ideas innovadoras sobre los problemas actuales, donde un grupo de docentes y especialistas comienza identificando un problema relevante y presentan un informe que se hace público en su portal web.

El más reciente trata sobre el “El futuro de la juventud. Una reflexión sobre los y las jóvenes en un contexto de cambio y crisis” , presentado el pasado día 12 de febrero. Y en sus contenidos se destaca como la desesperanza, impotencia o desilusión son adjetivos que servirían para describir el estado de ánimo de la juventud española y de sus familias ante la gravedad de la situación económica actual. Según datos del 2º trimestre de 2012, la tasa de paro de los jóvenes menores de 25 años es del 53,3%, duplicando la del conjunto de la población (24,6%) y triplicando la de las personas de más de 55 años (16,8%). Como se ha señalado en otras ocasiones, para los jóvenes estar sin empleo y sin perspectivas futuras de encontrar trabajo no solo tiene repercusiones económicas, sino también de índole psicológica.

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El salario medio de los jóvenes es un 42% inferior al del conjunto de la población asalariada. Casi la mitad (47,3%) de los jóvenes entre 16 y 29 años tenían un contrato temporal (frente al 18,9% en el caso de la población mayor de 34 años). La precariedad de la mayoría de estos contratos les obliga a residir en la vivienda familiar de origen, y muchos de ellos residen en alguna de las casi 2,2 millones de familias cuya persona de referencia está también desempleada. El porcentaje de jóvenes que vive en un domicilio de estas características se ha multiplicado casi por 5 desde el año 2005.

Lo paradójico es el hecho de que la juventud española está mucho más formada que el conjunto de la población. La coincidencia de paro y elevado nivel de formación entre los jóvenes podría aparecer como argumento para desprestigiar el papel de la educación. Pero los datos son claros: frente a dicha especulación indican que la formación es el mejor “arma” con que cuenta la juventud para luchar frente al desempleo y para afrontar con éxito el futuro. La tasa de paro en el caso de los jóvenes con estudios universitarios es “solodel 23% (en el panorama español), menor que la tasa de paro general (24,6%). Durante la crisis económica (2007-2012) ha sido el único nivel de estudios con crecimiento en el empleo.

Recientes estudios han comprobado que los jóvenes reaccionan aumentando la formación, adaptando sus estrategias de búsqueda de empleo y siendo personas más activas en el diseño de su futuro profesional. Sin embargo, se advierten dificultades de nuestro tejido productivo para absorber en condiciones dignas a la juventud mejor formada. Por otra parte, podría estarse produciendo una cierta desafección afectivo-emocional ante el trabajo, que se justifica por su precariedad, por la baja cualificación requerida y la limitada oportunidad de realizarse y desarrollarse profesionalmente.

La falta de oportunidades de empleo impulsan a la juventud española a buscar trabajo en el extranjero, ello permitiría a los jóvenes desarrollar su carrera profesional. Sin embargo, el desarraigo familiar y los potenciales problemas de adaptación representan costes del proceso. La salida de jóvenes con un alto nivel de cualificación implica que, a corto y medio plazo, la sociedad no recuperará la inversión que hizo en su formación a través del sistema público de educación.

El aumento de la actividad emprendedora entre 2010 y 2011 ha sido mayor entre la población de 18 a 24 años (del 2.8% al 4.4%). Pero a la hora de emprender ellos lo tienen más difícil que los jóvenes de los países de su entorno. En España para poner en marcha una iniciativa empresarial existen, por término medio, 10 procedimientos a lo largo de 28 días, mientras que en los países de la OCDE sólo hay que tramitar 5 procedimientos en 13 días. Además, el acceso a la financiación y los programas gubernamentales de medidas de apoyo al emprendimiento son deficientes, lo cual añade obstáculos al proceso.

La recesión económica ha provocado un aumento en el porcentaje de jóvenes en España entre 15 y 24 años que carece de empleo y que no sigue ninguna formación. A partir de 2008, con el inicio de la crisis económica, el porcentaje comenzó a aumentar hasta llegar al 18.5% en 2011, muy por encima del promedio europeo (12.9%). En uno de los estudios mencionados en este informe, se estimó (con datos del año 2008) el coste económico asociado a la falta de participación del grupo de jóvenes en el mercado laboral. Los costes sociales estimados para España fueron de 11.406 millones de euros (el 1.1% del PIB). Los factores que aumentan la probabilidad de pertenecer a este grupo son de tipo social, económico y personal. Y, relacionándolo con otros estudios de ámbito europeo, estos jóvenes “presentan un mayor riesgo de desafección y tienen más probabilidades de desvincularse de la sociedad”.

Este colectivo lanza un interesante abanico de preguntas para debatir, entre las que señalamos:

¿Qué tipo de estrategias se plantea la juventud en este escenario de crisis: individuales, colectivas; proactivas, reactivas; solitarias, solidarias; reflexivas, impulsivas; racionales, emocionales; de adaptación, de oposición; de inhibición, de contestación…?

En una sociedad y en una economía de conocimiento, ¿qué sentido tiene recortar la inversión en la formación de la juventud?

¿Qué priorizan las políticas de juventud en las instituciones creadas para implementarlas: vivienda, empleo, calidad de vida, participación, nuevas tecnologías, ocio y deporte?

¿Cuáles son las estrategias de adaptación o reajuste de las familias ante la demora de su emancipación?

¿Cuál es la imagen que proyectan los medios de comunicación sobre la juventud?

¿Qué tipo de relación y de actitud mantienen los y las jóvenes con la cultura? ¿Cómo gestionan el ocio?

Y, quizá, la más trascendental: ¿Cómo se ven los jóvenes a sí mismos?

NOTA: Este artículo, más resumido, se publicó en la edición impresa del diario La Verdad de Murcia el 15/2/2013.

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