Hace más de tres décadas se utilizaba el concepto de «la medida del valor de la juventud» [1] por algunos investigadores sociales para describir en qué magnitud una sociedad ofrecía significativamente valor a sus jóvenes, mediante un indicador derivado del mayor o menor porcentaje de «Escasez Relativa de Jóvenes» [2] en relación con la población total. Supuestamente, según esta concepción, cuando los jóvenes escasean crecen las posibilidades de acceso a una mejor educación y a más puestos de trabajo, básicamente consiguen un mayor interés por el conjunto de la comunidad. Y ello se demostraba por acontecimientos demográficos que acompañaron a los sucesivos ciclos económicos en el siglo pasado. Los efectos de la grave crisis que estamos sufriendo en los últimos años, junto a políticas inadecuadas y extractivas desmienten esa premisa que, no obstante, responde a una lógica social esperable.
Entre las paradojas que nos abruman actualmente, aparece el dato de que en la Región de Murcia se ha producido entre 2006 y 2013 un descenso notable del porcentaje de jóvenes con respecto al conjunto de la población, de forma similar al resto del país, no obstante, se mantiene como una de las comunidades con mayor población juvenil. En cambio no se observa un grado digno de inserción de los jóvenes en la sociedad y de transición normalizada a la vida autónoma. Un hecho que viene acompañado de una disminución severa de las Políticas y de recursos en los Servicios de Juventud en los últimos años, cuando lo razonable sería contrarrestar con programas y servicios dirigidos a los jóvenes algunos de los efectos de una crisis económica consecuencia de un saqueo financiero global.
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