Hackers entre los chicos

“Tenemos que ayudar a la gente a descubrir sus pasiones creativas en la vida y poder desarrollarla.”
Pekka Himanen

Una de las claves para el desarrollo de la tan deseada creatividad de los sujetos en su crecimiento personal y en la puesta en práctica de iniciativas profesionales y emprendedoras que requiere este intenso periodo de crisis y de incertidumbre reside en los nuevos principios éticos que deberían sustentarla, además de la implantación de procesos educativos más pertinentes a nuestra época y de mayores oportunidades de acceso al conjunto de la población.

Recientemente Pekka Himanen, uno de los autores que más han contribuido a conceptualizar una nueva ética con su famosa obra “La ética del hacker y el espíritu de la era de la información” que ya nos impactó saludablemente hace una década, nos recordaba en una entrevista realizada por Andrés Hax, que su planteamiento se basa en “una nueva ética de trabajo que reemplaza la ética de trabajo de Max Weber. Pero al mismo tiempo es el comienzo para un proyecto más grande para comprender esta cultura de la creatividad”. Ello se observa, entre otros lugares, en la expansión de una ética de trabajo creativo en el mundo de los negocios. Y defiende que adoptar el espíritu hacker en esencia significa hacer las cosas con alegría y pasión dentro de un colectivo que comparte los mismos valores. Parte de una idea simple pero rotunda: el hacker tiene dos principios fundamentales: arreglar lo que no funciona y, lo que funciona, déjalo en paz.

Este filósofo de la sociedad de la información está convencido de que “la educación es el único lugar donde la igualdad de oportunidades se puede ofrecer de verdad más allá de cuál es tu entorno social o económico. En una sociedad justa tienes igual oportunidad para realizar tu potencial único en la vida. En Finlandia hemos podido crear una combinación donde tenemos escuelas públicas, gratuitas y de excelente calidad. Hay mucha inversión del estado en la educación de docentes.” El sistema de educación es el espejo de la sociedad. Es el espejo de nuestros valores verdaderos.

A partir de sus observaciones señala que los chicos desde cuatro años a doce años, son todos, originalmente, hackers. Y tendríamos, pues, que parar de sacar de ellos ese hackerismo originario. Porque el tipo de preguntas que todos somos capaces de preguntar sobre el mundo con curiosidad y pasión sobre todo ya está en los chicos. Como expresaba en su imprescindible libro: “El ejemplo de la capacidad de niños de diez años para aprender cuestiones muy complicadas de programación habla muy a las claras de la importancia de la pasión en el proceso de aprendizaje, a diferencia de lo lenta que les resulta a menudo la educación a sus coetáneos en las escuelas tradicionales.” (pag.56)

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La cuestión que nos planteamos es si, además de defender estos postulados tremendamente actuales y necesarios y proyectarlos hacia los responsables de nuestro sistema educativo, el conjunto de la sociedad y los medios de comunicación asumen con espíritu crítico y mente abierta esta clase de ética y su repercusión en los diversos ámbitos de la enseñanza y las iniciativas emprendedoras.
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