Se encienden nuevamente las alarmas sobre el incierto futuro de la juventud. En esta ocasión, la OCDE reitera la preocupación sobre el aumento de jóvenes que ni estudian ni trabajan, los tan denostados “Ni-Nis”, pues se estima que alrededor de 20 millones de ninis de los estados de la OCDE pueden haber salido ya del sistema educacional, social y laboral de sus países al desistir de buscar empleo. Siendo más grave esta situación en países como en España y Grecia, donde más del 25 % de los jóvenes adultos podían ser considerados “ninis”. A la circunstancia de vulnerabilidad de la juventud que arrastramos desde hace años en nuestro país, se añade el singular y triste hecho de que en los niveles superiores de formación el desempleo español es 2,8 veces superior a la media de la OCDE y, además, los jóvenes tienen el doble de posibilidades de estar en el paro que los trabajadores adultos.
Para colmo de males, en el informe “Perspectivas de las habilidades en 2015”, elaborado por la OCDE se indica que casi el 50% de estos jóvenes carecen de las habilidades informáticas requeridas hoy, o bien, cómo un 10% de los recién licenciados tiene pobres habilidades lectoras, y a un 14% le cuesta manejarse con las cifras. Menos del 50% de los alumnos en programas de formación profesional, y menos del 40% de alumnos en programas académicos participan en algún tipo de aprendizaje en el lugar de trabajo. Y, entre sus recomendaciones, algo obvio: los jóvenes necesitan tener una amplia gama de competencias -cognitiva, social, emocional- para ser exitosos en todos los ámbitos de sus vidas.
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