Medea a la vuelta de la esquina

«La leyenda del amor, desvelémosla y el mundo aparecerá devastado.»
Mi amor desgraciado

Al enfrentarnos a una muerte por homicidio que antecede e inicia la historia de una novela nos embarga la inquietud de saber como acontecerá su relato de forma que le dé sentido, ya sea por la maldad o bondad de quien la ejecuta ya sea por la singular naturaleza de quien la sufre. Tales comienzos, sin duda, atraen y constituyen elementos habituales en la novela negra o de misterio otorgándole un carácter propio. La sorpresa irrumpe al comprobar que la muerte de inocentes no responde a otro misterio que a un modelo erótico y vehemente de ser amante, de mujer dominada por su deseabilidad que lucha atrozmente por verse liberada de una extraordinaria pasión no correspondida, quien se enfrenta a un delirio de perfección en un amor supuesto sin límites, en el sentido que nos recuerda Kristeva [i]: “… el amor solo es sublime cuando se acuerda de lo divino: de la perfección.”

En la impactante novela de Lola López Mondéjar “Mi amor desgraciado” (Ed. Siruela),  la amante perfecta, sumisa y voluble al abanico de fantasías del amado relata con parsimonia, con lenguaje directo y una suerte de lógica de lo inevitable, su tránsito de la felicidad idílica al drama del asesinato de sus hijos en una búsqueda de su identidad, de su diferencia con el otro que no le corresponde, con una personalidad que se desvanece conforme nutre sus gestos más allá de la venganza.  ¡Tanto puede pesar en una decisión autodestructiva la “infinitud del goce” que hablaba Baudelaire!

«Mi naturaleza está hecha de tal manera que cuando me siento contrariada soy incapaz de expresiones afectivas»

Mi amor desgraciado

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