Gabriel Navarro

Día de Luz, creatividad colectiva audiovisual

Las remezclas y la creatividad colectiva adoptan cada vez más una lógica participativa en aumento, una participación que es estimulada por los diversos escenarios digitales y por el auge de la web social, y que comienza a interesar a muchos artistas que pretenden confrontar su talento individual a la potencial productividad de la creación colectiva. Una de las últimas iniciativas de este fenómeno la encontramos en «Day of Light» del famoso músico y productor Brian Eno, una película dirigida por este artista pero realizada con las aportaciones fotográficas de muchas otras personas en torno a su último álbum LUX. Un álbum con cuatro paisajes sonoros electrónicos diseñados para acompañar los actos de la vida que suceden a través de lo que se presume que es el tiempo. Recuerda a otras experiencias como la película «La vida en un día» dirigida por Kevin McDonald y la participación de Ridley Scott, un experimento cinematográfico en el que más de 80.000 de personas colaboraron subiendo un video de un instante de sus vidas a Youtube el día 24 de julio de 2010, para crear un documental filmado por los usuarios. Pero este proyecto de Eno tiene otro cariz más sutil.

Desde su aparición en noviembre de 2012 LUX, su última obra de sonidos ambientales, Brian Eno pidió a sus fans que le enviaran fotos representando un instante de un día, bajo el tema común para todos de un «juego de luz» (Play of Light). En la web de este proyecto titulado «Day of Light» se informaba que LUX seria retransmitido en cuatro momentos específicos para capturar la diferente iluminación del día. Durante cada reproducción los oyentes estaban invitados a tomar fotos donde quiera que estuviesen, y a subir a la página web o enviarlas, como parte de un proyecto audiovisual público en evolución.
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Un matiz sobre jóvenes y brecha digital

Existe una convención generalizada de que la brecha digital es fundamentalmente generacional y no se explica por razones de origen social, renta o género. Y cobra especial relevancia el concepto de: Brecha digital generacional.

Así, nos encontramos con ideas fuerza como: “También hoy el concepto de “brecha digital”, que expresaba una preocupación en torno al cambio de siglo, ha perdido toda su carga. La “brecha” cuando existe lo es en sentido generacional, entre los “más mayores” y las personas jóvenes, y no tanto en sentido horizontal. …. El acceso a las tecnologías aparece cada vez más desvinculado de su relación con la renta, o el sexo.” (Espín, 2011)^[i]

Dándose, también, el caso de autores relevantes como Castells quien señalaba hace unos años que “La brecha digital no existe”. Aún reconociendo que sí hay desigualdad en Internet. «Pero si ves la que hay con ir al teatro o comprar libros, hay más desigualdad en las viejas culturas que en la nueva tecnología», según este experto sociólogo.

Pero esta idea, que constituye una muestra palpable de la realidad en el uso y la inmersión de los diferentes sectores de población en las tecnologías de la información, no deja de ser parcial.

Esta clase de afirmaciones, que se convierten a menudo en atractivos titulares de prensa, además de expresar un hecho social irrefutable pueden encubrir, sin desearlo, aspectos diferenciales significativos en los procesos de exclusión o, de inclusión limitada y precaria, respecto al uso e integración de las TIC en la vida cotidiana de los jóvenes más desfavorecidos. Y por ello considero necesario contemplar algunas matizaciones al respecto.
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