La huella precaria de la juventud
por: Gabriel Navarro

La precariedad constituye una parte notable de la huella más transparente que deja la juventud entre nuestras ranuras vitales, aquellas que emergen en las calles que transitamos y entre los rincones de nuestras casas. Se sabe, pero no la queremos ver, ni admitir. Ya no escapa a nadie que los jóvenes muestran las cosas tal y como como les venían dadas, sin margen de elección, y la narración de sus vidas no permite seleccionar testimonios destacables para construir un montaje visual atractivo para conseguir un mejor efecto en la mayoría de espectadores. No lo necesitan, pues muchos de ellos intentan configurar su presente enmarcados en una imperiosa subsistencia, paralelamente a la expresión de ciertos compromisos colectivos que la mayoría de los adultos dejan de lado para ahorrar esfuerzos personales que les mantengan siendo cómodos individuos.

En la publicación «Juventud sin futuro» (Icaria Editorial, 2011) Santiago Alba Rico nos señalaba que ‘Si hay un término que suena a propaganda es sin duda «juventud»’. Los clichés que circulan por todas partes sobre sus estilos de vida y sus clases de generaciones (Millennials, Generación Z, etc.) son traducidos a veces como revelaciones poéticas, para intentar admitir sus diferencias en nuestra sociedad y para diagnosticarlos acertadamente como potenciales consumidores, pero ello no cambia sus fulgurantes sentimientos de angustia frente al incierto futuro.

Lo que deriva de sus testimonios es el carácter inexorable de algunos procedimientos destinados a minusvalorar su papel en los pocos espacios de decisión que se ofrecen, y a fomentar la segregación que padecen en el mercado de trabajo. En España, en los últimos doce años el paro juvenil no ha bajado del 33%. Lograr su autonomía y emancipación como ciudadanos se complica en un sistema que se caracteriza por ser generador de dependencias, a causa de la inseguridad permanente y el obligado acoplamiento en espacios destinados a los sujetos prescindibles y desechables de la comunidad. El impacto de los datos oficiales y las estadísticas resulta insostenible, pero parece que no hace mella entre quienes ostentan el poder en sus diversos ámbitos. Se inician nuevos planes de empleo juvenil sin valorar suficientemente las causas del fracaso de los planes anteriores. La necesaria dación de cuentas sobre lo ejecutado por los gobiernos queda olvidada al pairo de otros acontecimientos de mayor calado entre el posible electorado fiel.

Presentación del libro de José Molina, UNA SOCIEDAD CON RESPUESTAS. MANIFIESTO POR LA PARTICIPACIÓN Y LA TRANSPARENCIA en Cartagena Piensa. Octubre 2019

Presentación del libro de José Molina, UNA SOCIEDAD CON RESPUESTAS. MANIFIESTO POR LA PARTICIPACIÓN Y LA TRANSPARENCIA en Cartagena Piensa. Octubre 2019

Con estas palabras Alba Rico plasmaba entonces una denuncia que nadie quiere asumir: «Solo a adultos pervertidos puede producirnos sorpresa que los jóvenes quieran ser mayores en lugar de querer seguir siendo niños». Y hay de todo, me dirán ustedes pues, además de ser la «generación más formada», los medios de comunicación muestran a chicos y chicas que solamente quieren divertirse a costa de sus familias, con algunos comportamientos incívicos e irresponsables en está época de pandemia. Sin dejar de detestar conductas inadecuadas que hayan protagonizado algunos jóvenes (al igual que algunos adultos), ¿alguien puede asegurar que el grado de compromiso e implicación social de la juventud pueda tomar buen camino con índices de paro juvenil del 40%? ¿Todavía hay quien piensa que la política demográfica de nuestro país no mejoraría con puestos de trabajo y sueldos dignos para los jóvenes? ¿Cuáles son los espacios reales de participación ciudadana que se les ofrece para que sus ideas y propuestas puedan verse reflejadas?

Recientemente el programa “En Portada” de TVE ha emitido un interesante documental denominado “Generación Z” con jóvenes de varios países que pertenecen a esta generación, en el que los protagonistas se sienten en la diana de la pandemia porque se les califica de “irresponsables”, por ello exigen que se muestre la otra cara de la juventud: la solidaria y dispuesta a ayudar a los demás, a pesar de observar un futuro muy difícil. En un contexto donde “la mayoría se ven expuestos a un devenir fatalista en el que poco pueden hacer ya para cambiar las cosas”.

Este panorama no es casual, responde al espacio social que se les asigna. Como expresaba Pepe Molina en su artículo Impedir el ‘jovenicidio’ :

“Las y los jóvenes se sienten atrapados en una doble trampa: por un lado, los necesitan como insumos, y por otro son considerados como vidas sobrantes. (…) Este escenario de profundas desigualdades es un campo de cultivo para la violencia, la corrupción y el narco. Es el mejor caldo de cultivo para el pandillerismo de la violencia y para reforzar las posiciones de la ultraderecha y la necropolítica. El jovenicidio es un aniquilamiento del espíritu joven y rebelde de una juventud que grita por tener un espacio en la sociedad.”

Estos perniciosos efectos se observan desde hace tiempo en una tendencia marcada hacia el individualismo por gran parte de la juventud. Una tendencia a la derechización y exaltación del individualismo que se está consolidando en muchos países de Europa, tal y como se muestra en una reciente encuesta de Fondapol a jóvenes europeos de 18 a 24 años, donde el predominio de los valores individualistas entre las nuevas generaciones está estrechamente ligado a la desconfianza que expresan respecto a las instituciones y al sistema político en su conjunto.

Frente a esas tendencias, bueno es reconocer y visibilizar proyectos colectivos protagonizados por los propios jóvenes en beneficio de toda la sociedad. Otro documental imprescindible en el que se puede comprobar el grado de compromiso y de activismo social de los jóvenes, es el difundido por la televisión alemana en ARTE.TV titulado “El grito de los jóvenes «Fridays for Future»» que muestra las vicisitudes y el recorrido de este gran movimiento juvenil de defensa por el clima, la diversidad de sus actuaciones, su compromiso social, su capacidad organizativa en las manifestaciones pacíficas; sus temores, sus dudas respecto al efecto de su actuación, sus sueños, sus éxitos y sus derrotas. A través de cuyos relatos observamos el impacto que tuvieron en 2019 y las dificultades que han vivido para consolidar sus protestas en el año 2020 debido a la crisis de COVID-19.

Pero estas iniciativas colectivas en pro del bienestar común, no son las únicas acciones que se deberían impulsar entre la juventud de nuestra sociedad. El rol de las administraciones públicas y la eficacia de las políticas de empleo y de educación son fundamentales de cara a la integración social de los jóvenes. En otro esencial artículo, Juventud, participación y sociedad transparente, Pepe Molina denunciaba que “las políticas de juventud se han modificado, se han reducido y se han devaluado, con la reducción del Estado de Bienestar. Su oferta se ha fragmentado y sus servicios cercenados, en un momento en el que difícilmente los jóvenes vislumbran un horizonte claro.” Algo que venimos criticando desde hace años cuando hablábamos de la necesidad de unas nuevas políticas de juventud en una época de crisis que se agudiza y que venimos soportando desde la debacle económica mundial de 2008.

No podemos afrontar los impactos de esta crisis sin tener presente retos clave que él nos planteaba, por un lado, “hagamos posible que las y los jóvenes tengan presencia en la sociedad con poder de decisión, y que su compromiso en la sociedad civil impida que la vulnerabilidad existente siga creciendo hasta llevarnos al desastre”. Y, por otro, convencernos de que “pensar en la Juventud, es impulsar un compromiso social, con un cambio y una transición a la vida adulta, con el compromiso de impulsar una política integral de proximidad en las redes de trabajo y del capital social del mundo juvenil.” Si pretendemos que la huella que deje la juventud en la sociedad posea un carácter más humano y menos vulnerable, debemos asumir esos retos.


FOTO: Presentación del libro de José Molina, UNA SOCIEDAD CON RESPUESTAS. MANIFIESTO POR LA PARTICIPACIÓN Y LA TRANSPARENCIA en Cartagena Piensa. Octubre 2019

Presentación de UNA SOCIEDAD CON RESPUESTAS. MANIFIESTO POR LA PARTICIPACIÓN Y LA TRANSPARENCIA, de José Molina Molina

NOTA: Artículo originalmente publicado en el blog del Grupo IRIS Encuentros por la Transparencia, en el diario La Opinión de Murcia el 27/5/2021

La huella precaria de la juventud


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