Mi alma en el móvil ( #25N )

Alarga el brazo al máximo. Tiene que hacerlo si quiere que la foto salga completa. Y se coloca frente al espejo para que refleje mejor la luz del techo. Ya lo había practicado muchas veces. Al principio le hizo gracia saber que sus amigas, que también lo hacen, llamaban a esa manera particular de hacerse fotos a sí mismas como “canishots”, es decir, las penosas autofotos que los “canis” y las “yenis” se hacen a sí mismos en algunas escenas chistosas y supuestamente graciosas. Pero también conoce, porque lo encontró en Internet, que en todo el mundo se llaman “selfie” , fotografías que uno toma de sí mismo, normalmente extendiendo el brazo con un teléfono smartphone, y que se cuelga en una web de redes sociales, o se envía a otros amigos por Whatsapp.

Pero ahora esta foto no tiene mucha gracia. Tiene que mostrar claramente cómo está maquillada. Tiene que verse bien con detalle que la blusa y la falda son bonitas, pero no superan el límite para que no aparezca como una fresca. Para que no la llame puta su novio, quién está esperando ansioso recibir esa foto para decidir si la permite salir así vestida a la fiesta con los demás de la pandilla. Es que, piensa ella, su novio la quiere mucho. Está loco por ella. Por eso le muestra día tras día sus celos como un tío de verdad. Está pendiente de ella, le regala de vez en cuando unos pendientes, le manda también él sus fotos de cómo se va a vestir en alguna ocasión. Aunque ella no puede juzgar su vestimenta, ella siempre le dice que es un tío guapo. Y cada vez que recibe un mensaje en el móvil expresándole que piensa en ella y preguntándole dónde está, se siente una mujer querida y deseada. Otras de su clase no lo consiguen.

Mi alma en el móvil Mi alma en el móvil. Foto: Gabriel Navarro

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