Aviones y zapatillas en el futuro de la ciencia ficción
por: Gabriel Navarro

Es comúnmente sabido el impacto y el papel que ha cumplido la ciencia ficción en el desarrollo tecnológico y científico de la humanidad. Somos conscientes de que la literatura, en general, fomenta nuestro desarrollo intelectual y aumenta las opciones de pensamiento y de nuestra conciencia, aparte de deleitarnos con sus historias y sus estilos narrativos. Pero probablemente, la ciencia ficción, como género literario, es mucho más que un arte pues la historia nos demuestra el efecto e influencia que ha ejercido en la configuración de la sociedad moderna.

Es famosa la frase de Rod Serling para definir la ciencia ficción frente a la fantasía: “La fantasía es lo imposible hecho probable. La ciencia ficción es lo improbable hecho posible”. Más allá de la imaginación y creatividad de los autores especializados en este género,  la diversidad de  posibles acontecimientos y hechos del futuro que conforman estas narraciones, suelen estar apoyados en el conocimiento del mundo actual, en los avances tecnológicos y científicos y en sus efectos en la historia de la humanidad.

A pesar de los avances vertiginosos de la ciencia y la tecnología contemporáneas, no creo que realmente suceda el hecho de que la ciencia esté matando a la ciencia ficción.  Cambian algunos de los procesos y los componentes de las ficciones, quizá se reducen las distancias temporales entre lo imaginado y la evolución y resultados posteriores logrados en los avances científicos. Pero estas obras mantienen el aliento de dilucidar las potencialidades de nuestro futuro, ya sea en el marco de utopías o bien de distopías. Y ello parece que constituye un foco especial de atención por parte de importantes empresas que, aparte de sus proyecciones y planificaciones económicas habituales en el contexto del capitalismo actual, están apostando por la creatividad de los escritores de ciencia ficción encargándoles informes o relatos que les permitan vislumbrar opciones plausibles de su futuro.

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Recientemente, Brian Merchant ha publicado un interesantísimo artículo titulado “Nike y Boeing están pagando a los escritores de ciencia ficción para predecir sus futuros” en el cual nos explica ilustrativos casos sobre el interés que poseen las grandes compañías en contratar a expertos autores o bien a empresas con escritores especializados en elaborar historias de ciencia ficción ad hoc, focalizadas en el quehacer o en el ámbito de actuación de cada cliente. Incluyendo entidades gubernamentales.

El autor de ciencia ficción Thomas Disch lo llamó «visualización creativa” a ese proceso desordenado y enmarañado, en el que los escritores de ciencia ficción imaginaron la trama de varios futuros, luego la generación posterior que se ha criado con esas visiones establecieron su creación y desarrollo, produciendo algunas de nuestras tecnologías y productos más perdurables.

Casos singulares como el impacto que ha tenido una obra como “Minority Report” de Philip K. Dick, una obra de 1956, en aplicaciones concretas que utilizamos hoy en los teléfonos móviles, produjo cien patentes y ayudó a integrar rápidamente el concepto de computación basada en gestos. A partir de este ejemplo (entre otros muchos de la historia de la ciencia ficción), destaca Merchant que el mundo de los negocios ha sido cada vez más consciente del potencial del género. “En 2017, Pricewaterhouse Coopers, la firma de servicios profesionales que asesora a 440 de las compañías Fortune 500, publicó un plan para utilizar la ciencia ficción para explorar la innovación empresarial. El mismo año, Harvard Business Review argumentó que «los líderes empresariales necesitan leer más ciencia ficción» para mantenerse a la vanguardia. El equipo de diseño de productos de Jeff Bezos construyó el Kindle según las especificaciones del libro The Diamond Age de Neal Stephenson. (El mismo Stephenson que es el futuro jefe de Magic Leap, valorado en miles de millones de dólares).

Lo evidente es que «la brecha entre «ciencia ficción», lo que una vez se imaginó, y el «hecho científico», lo que se vuelve manifiesto y real, se está reduciendo». Y en este ámbito, varias compañías, se han constituido para acelerar el desordenado proceso de visualización creativa que solía llevar décadas. Por una tarifa, desarrollan un prototipo de un futuro posible para un cliente, repleto de personajes que viven en él, en el nivel más profundo que una empresa puede permitirse. Su objetivo es hacer lo que siempre ha hecho la ciencia ficción: construir ricos mundos especulativos, describir las recompensas y los peligros de ese mundo y, por último, imaginar cómo ese futuro podría hacerse añicos. Todo ello con el objetivo de ayudar a los clientes a crear ficción con visión de futuro para generar ideas para el progreso o las ganancias. Y resulta que corporaciones como Ford, Nike, Intel y Hershey están dispuestas a pagar grandes sumas por sus propios «Minority Reports» internos.”

Experimental Design , es una compañía que diseña mundos narrativos, impulsada por Alex McDowell, anteriormente diseñador de producción de la industria del cine (con Spielberg, en la película “Minority Report”). Y además es director creativo del World Building Institute es una Unidad de Investigación Organizada sin fines de lucro de la University of Southern California (USC) dedicada a la difusión, educación y evaluación del futuro de los medios narrativos a través de World Building (construcción de mundos). “En WorldBuilding, no estamos tratando con predicciones o tendencias. Estamos buscando arcos de la historia a través del presente al futuro en múltiples escalas que representen adecuadamente cada mundo único. Desde el pasado y el presente, extrapolamos hacia inmediatos, próximos o lejanos horizontes futuros. Se trata de comprender un mundo lo suficientemente profundo como para que las historias y narraciones salgan sin esfuerzo de su tejido», dice McDowell. Para ello parten de un método de organización de datos, en procesos muy estudiados, para lograr una ficción especulativa basada en hechos con el ofrecimiento de considerar todos los ángulos imaginables. A lo largo de los años, McDowell y sus socios han creado mundos de futuro cercanos para Nike, Ford, la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, Boeing e incluso una tribu indígena cuyo idioma y cultura corren el riesgo de desaparecer.

Los resultados pueden ser sorprendentes: la construcción del mundo de Ford resultó en una «Ciudad del Mañana», en la que los autos inteligentes y los vehículos autónomos de viaje compartido se entregan a los peatones. Esta ciudad imaginada, presentada en el 2018 Consumer Electronics Show, se construyó alrededor de la idea de que las personas «reclamarían las calles» en su uso frente a la congestión y los accidentes. Los sensores inteligentes, los vehículos autónomos y los antiguos estacionamientos renovados cederían la ciudad a los peatones. Para Nike, la famosa compañia de prendas y zapatillas deportivas, el mundo construido de McDowell resultó en un libro titulado “Unlocking 2025: A World of Unlimited Human Athletic Potential” (Un mundo de potencial atlético humano ilimitado) y un sitio web envolvente que permite a los usuarios seguir a los atletas a través de un mundo acosado por el cambio climático, los micro-sponsors y las tecnologías de monitoreo de la salud.

«Es nuestro trabajo involucrar al cliente como socio en el descubrimiento de su mundo», dice McDowell. «Tomamos en cuenta su visión, su intención o su comprensión de que el futuro puede interrumpir violenta o radicalmente su modelo anterior», este es el escenario más común, dice, «pero nunca predecimos el resultado, y alentamos todos”. El cliente debe permanecer abierto a la posibilidad de que el proceso de construcción del mundo descubra un resultado completamente inesperado. Si algún cliente se limita a su fantasía, entonces seguirá siendo una fantasía».

Otra de las iniciativas en este ámbito es Sci Futures esta empresa ofrece a los clientes historias y escenarios de ciencia ficción hechos a medida, cortesía de los 200 escritores que la compañía mantiene a su alcance. Los rangos de talento de sus autores van desde aspirantes a escritores que aún buscan despuntar a pesos pesados ganadores de un premio Hugo (Los Premios Hugo llevan celebrándose desde 1953 y son entregados por la Sociedad de escritores de ciencia-ficción y fantasía). Su método se basa en un proceso llamado «creación de prototipos de ciencia ficción». Un método elaborado por Brian David Johnson, en su libro “Science Fiction Prototyping: Designing the Future with Science Fiction”, en su descripción empieza por exhortar a los profesionales a «Elegir su ciencia y construir su mundo». Da instrucciones sobre cómo identificar el punto de inflexión en el que esa ciencia o tecnología colisionará con las personas, y sugiere un marco para considerar las ramificaciones. Es una especie de guía de escritura de ciencia ficción básica a través de la lente de la literatura de gestión empresarial. «Es una ciencia ficción basada en hechos científicos». El caso que Merchant narra en su artículo sobre la aplicación de Realidad Aumentada para la empresa Lowe’s es muy ilustrativo. Y otras referencias como las desarrolladas para empresas tecnológicas como Cisco, o para el mismo Ejército, nos indican el enorme valor que comprende la naturaleza de este género literario y sus aportaciones de cara al futuro de la humanidad.

Ari Popper, director ejecutivo de SciFutures, expresa: «Hemos creado un negocio en torno al uso explícito de la ciencia ficción para desbloquear la innovación». «Y estamos tratando de acercarnos más al bien social, no solo a la innovación por el bien de la innovación. Estamos pensando mucho en la ética”. «De alguna manera ridículamente exagerada, estamos tratando de cambiar el mundo», según palabras de McDowell.

Probablemente los escritores de ciencia ficción no vaticinaron lo que sería este mundo en el que vivimos hoy con exactitud (tampoco tendría que ser su motivación inicial en su proceso creativo), pero, sin duda, han contribuido a idearlo e imaginarlo hasta el punto de lograr efectos evidentes en su evolución.

Este artículo de Merchant, y las ideas que provocan estos hechos, el papel cada vez más significativo de la ciencia ficción en el entorno de las empresas y entes gubernamentales, debería hacernos reflexionar si, aparte de aquéllas obras preferentemente de contenido distópico que predominan entre los libros más vendidos, y distanciándonos del optimismo voluntarioso de las utopías, pudiéramos fomentar escenarios de desarrollo de nuevas narraciones que nos permitan construir mundos futuros más habitables y sociables.

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