Información juvenil y sociabilidad virtual de los jóvenes
por: Gabriel Navarro

Los cambios acelerados producidos por el impacto tecnológico de la Sociedad de la Información no sólo nos afectan a los procedimientos que utilizamos para acceder e intercambiar información, sino también a nuestro marco de relaciones sociales intersubjetivas y a los mecanismos tradicionales de comunicación interpersonal. Uno de los ejemplos más claros lo observamos en las diferentes formas de comunicación mediada a través de diferentes recursos tecnológicos, los cuales, a pesar de sus diferentes configuraciones técnicas y características específicas, aplicamos cotidianamente de una forma simultánea de tal naturaleza como si se tratase de un manojo de llaves, cada una con diferentes formas y colores, con la particularidad de que todas nos abren sucesivamente puertas y ventanas casi infinitas para contactar con otros o conseguir algo, en suma, para vivir en lo que se denomina la “web social”.

Como resalta Dolors Reig (Reig, 2015), la evolución del ser humano se transforma hacia un nuevo tipo de individuo, el que podríamos llamar “Hiperindividuo” o “Individuo conectado”, que no se parece en aspectos importantes de su proceso de socialización, desarrollo cognitivo, proceso de individualización y desarrollo moral, en general, a sus predecesores. Y, en este contexto, la característica que define en mayor medida a nuestros jóvenes es la de la hiperconectividad permanente.

Esta conectividad nutre los nuevos escenarios de sociabilidad virtual basada en términos dialógicos, aunque no tengamos presente o cara a cara al otro o a los otros con quienes establecemos contacto, lo que no evita que cuando nos comunicamos, y entablamos un diálogo con otras personas, otorguemos significado a nuestra realidad (ya sea presencial o virtual). De manera que las distintas situaciones de interacción que construimos (ya sea mediante un dispositivo móvil, o un sistema de mensajería, un navegador web, o una plataforma de redes sociales) el conocimiento y reconocimiento inicialmente intersubjetivo lo interiorizamos a su vez como un conocimiento propio e intrasubjetivo, principalmente cuando el diálogo que se establezca se apoya en una relación de igualdad donde todos los interlocutores tiene las mismas opciones de aportar información y conocimientos diversos. Hasta aquí, estructuralmente, no observamos diferencias sustanciales con lo que acontecía anteriormente de forma exclusiva en las relaciones presenciales. Pero un matiz importante comprende el hecho de que toda esta nueva experiencia vital constituye un nuevo espacio en donde construimos nuevas formas de la sociabilidad y donde creamos nuevas condiciones en que se desarrolla un sentido de pertenencia a un determinado grupo humano de naturaleza bastante dispar respecto a lo que tradicionalmente percibían las generaciones mayores.

Jornada "Los retos de la Información Juvenil" Diputación de Córdoba 2016


Entre los conceptos importantes que explican las nuevas formas de relación y socialización virtual podríamos mencionar: “velocidad”, “diseminación”, “empatía” y “colaboración”; de acuerdo a ellos, los jóvenes experimentan la comunicación y la interacción con mediación de las TIC, como algo esencial que configura su identidad, en algunos casos múltiple y cambiante (con diversas imágenes y roles personales en los diferentes perfiles de redes sociales), que ellos mismos ponen en juego, construyen y re-construyen, en diversos ámbitos de su vida cotidiana, ya sea al contactar con sus amigos, mantener relaciones afectivas, buscar e intercambiar información, participar en alguna acción comunitaria o colaborar y divertirse con otros.

Entre el conjunto de cambios y adaptaciones que todo ello nos exige a quienes trabajamos desde los Centros de Información Juvenil, se encuentra no sólo la necesidad imperiosa de estar constantemente actualizados en el manejo de las diferentes herramientas que emergen en lo que se denomina “Medios Sociales” (Social Media), también debemos efectuar un cambio de enfoque en nuestra manera de tratar y atender las consultas que nos llegan desde diferentes medios tecnológicos, en la medida en que de nuestro interlocutor potencial, en muchos casos, solamente vamos a conocer su avatar. Y la seriedad y pertinencia de nuestras respuestas deben poseer el mismo valor que cuando las ofrecemos cara a cara. Lo obvio de esta cuestión no elude su reconocimiento diario en nuestra labor.

En este contexto de sociabilidad virtual cobra especial significación la conducta participativa y de interacción de los jóvenes como ciudadanos. El año pasado, a raíz del lema que se propuso en 2015 para la celebración del Día Internacional de la Juventud convocado por la ONU: “Compromiso Cívico de la Juventud”, hablábamos de los condicionantes principales que influyen en la participación social de los jóvenes. Y exponíamos que el papel de los Centros de Información Juvenil constituye un instrumento fundamental en favor de la participación juvenil. (Navarro, 2015b). De entre los cuatro elementos básicos que influyen en la potencial participación cívica de los jóvenes, a saber: a) Información, b) Comunicación, c) Toma de decisiones, y d) Implicación y compromiso, al menos en las tres primeras quienes desempeñamos nuestra labor en los CIJ tenemos una responsabilidad y un rol imprescindible, ya sea para suministrar los contenidos informativos adecuados y suficientes, para articular mecanismos de comunicación y puesta en contacto entre los individuos con otros colectivos sociales e instituciones, y facilitar procesos autónomos de toma de decisiones por los sujetos de forma que les sirvan para implicarse (o no) en determinada participación cívica.

No es casual que entre las medidas que se establecen desde diversas instituciones y organismos supranacionales en materia de Juventud, o bien desde nuestras instituciones europeas, aparece la necesidad de fortalecer el papel del trabajo juvenil para el empoderamiento participativo de los jóvenes, de Implicar a los jóvenes en la puesta a disposición y en la elaboración de la información de interés para la juventud, y de fomentar servicios de información adaptados a las necesidades particulares de los jóvenes para asegurar el acceso de éstos a la información, entre otros aspectos.

Pero en el amplio escenario de globalidad de la información emergen nuevos riesgos a los que debemos estar atentos. La intensa implantación de las plataformas de redes sociales en nuestras vidas se convierte en un canal predominante para acceder a la información. Y ello nos puede presentar una cierta ilusión de múltiple acceso a múltiples y variados contenidos informativos, bajo la supuesta creencia de que en la red Internet todos podemos encontrar de todo, al igual que nuestros contactos. En la práctica lo que se ha observado es que se crean nichos informativos determinados por los grupos de afiliación que vamos construyendo con nuestra red de contactos, y también mediante el uso de determinados buscadores, hasta el punto de que nos limitan una amplitud y variedad de puntos de vista para tratar una noticia o un hecho social. Se ha demostrado que el filtrado social y el filtrado algorítmico que provocan las redes sociales y los buscadores en la web pueden provocar la exposición a una menor diversidad de puntos de vista, e incluso alimentar la polarización y la desinformación, confirmando la idea de que cuando usamos las redes sociales nos encontramos dentro de «burbujas sociales», lo que implica que la tecnología que utilicemos sesga nuestra exposición a nuevas informaciones y además, paralelamente, se produce un efecto llamado “Caja de Resonancia Social” que se debe a la falta de diversidad en los puntos de vista de los usuarios que se agrupan por propiedades endógenas y, por lo tanto, quedan expuestos a la falta de novedad en la información entregada y compartida entre ellos. (Navarro, 2015a).

Lo anterior deriva en serias amenazas como, la falta de tolerancia o apertura democrática al acentuarse las separaciones por grupos de opinión, el conformismo, una mayor deficiencia cognitiva para interpretar la realidad, y una evidente dificultad para innovar, dado que se elude estar en contacto con quienes piensan, opinan o sostienen creencias diferentes a los de los grupos que conformamos.

Entre los retos que nos podremos encontrar en nuestro papel desde los CIJ quizá estarían: articular procedimientos para ampliar el ámbito de influencia social y la información de los grupos de jóvenes, fomentando la interacción entre quienes no participan en su totalidad de las mismas ideas que ostentan los otros, difundir e intercambiar noticias o sugerencias informativas novedosas en el seno de diferentes entornos o grupos de redes sociales, y sugerir a nuestros usuarios la conveniencia de asumir un cierto grado de incertidumbre y un escenario de distancia cognitiva * con los interlocutores posibles con los que poder contactar.

(Artículo publicado en “Agenda Joven 200 mar/abr 2016 «20 años de AJ». Diputación de Córdoba) http://www.dipucordoba.es/#!/agenda_joven/contenidos/44766/agenda_joven_200_mar_abr2016_20_anos_de_aj

Referencias:

Navarro, G. (2015a): La resonancia de nuestras burbujas sociales
https://www.gabrielnavarro.es/2015/04/08/la-resonancia-de-nuestras-burbujas-sociales/ en Blog Gabriel Navarro, 8 de abril de 2015.

Navarro, G. (2015b): Compromiso cívico de la juventud y centros de información juvenil. http://www.globaleducationmagazine.com/compromiso-civico-de-la-juventud-centros-de-informacion-juvenil/ This article was published on August 12, 2015, for the International Youth Day, in Global Education Magazine. También accesible en: https://www.academia.edu/15398980/Compromiso_c%C3%ADvico_de_la_juventud_y_centros_de_informaci%C3%B3n_juvenil

Reig, D. (2015): “Jóvenes de un nuevo mundo” en: REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD junio 2015 – nº 108 Jóvenes y generación 2020.

Nota *: «… la distancia cognitiva es a la vez un problema, para la colaboración, y una oportunidad para el aprendizaje y la innovación. Una mayor capacidad de comprender a los otros que piensan diferente (capacidad de absorción), y para ayudarles a comprenderse a si mismos, reproduce la colaboración a una distancia cognitiva más alta posible, lo que aumenta el potencial para aprender y producir novedad. Tal capacidad de comprender y ayudar a otros a entender se incrementa con la experiencia en la colaboración con personas que piensan diferente.»
Nooteboom, B., 2000, Learning and innovation in organizations and economies. Oxford University Press
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