Cazando indicios pánicos
por: Gabriel Navarro

Al intentar comprender acontecimientos sociales complejos, por la variedad dispar de reacciones, de resistencias y de incertidumbres que a veces nos sugiere, como los ocurridos recientemente en Madrid con el bloqueo del acceso pacífico a la Puerta del Sol de los denominados “indignados” y las consecutivas respuestas de los indignados y las cargas policiales en la capital y en otras ciudades españolas por concentraciones solidarias con el bloqueo a los indignados o ante reacciones de los cuerpos de seguridad ante concentraciones de apoyo a inmigrantes , y en ciernes de convertir el #15M en estado de riesgo, no he podido evitar traer a la memoria algunas de las situaciones que viví en un periodo anterior muy distinto al actual y evocar algunas lecturas de entonces.

Al principio de los años 80, en pleno proceso de la transición política española, y en mi último año de estudios universitarios, me encontré con una frase imprescindible:

El hombre es un cazador de indicios.

Siempre consideré que nuestro genotipo conservaba aspectos vinculados con los ancestros más primitivos, y que la caza (de animales, de objetos, de personas) no era más que otra manifestación de la herencia brutal de la naturaleza humana que aún persiste. Pero la fuerza de esta afirmación reside en considerar a los humanos como sujetos que sobreviven al comprender entre nuestras diversas presas potenciales los indicios, éstos son las pistas, las pautas para interpretar la vida, la realidad, ya que es imposible imaginar una existencia sin interpretación, tal y como nos enuncia la escritora Cristina Peri Rossi en su obra “Indicios pánicos”. En esta obra, combinación de cuentos, relatos breves y versos, la autora nos expresaba un conjunto complejo de sensaciones y emociones que le provocaron los acontecimientos en los prolegómenos de la dictadura en Uruguay (la edición original es de 1970), en cuyas letras se delatan tanto vivencias de desesperación como necesarios elementos de transformación de los humanos. Si, ya sé que recurrir a declaraciones y pensamientos producidos en momentos pretéritos de la historia y en contextos políticos tan distintos podría resultar demagógico. Sin embargo, la amalgama de hechos imperdonables que presenciamos en estos días me impulsa a otorgar mi mayor respeto por las palabras de C. Peri Rossi y reflexionar junto con ellas.

Creo que todos compartimos la noción de que, frente a las evidencias, Los indicios nos avisan y nos llaman. Nos exigen una actitud de alerta. No se trata de convertirnos en paranoicos; aunque la gravedad del contexto social y económico y el lenguaje del miedo que nos invade diariamente provoca, de por sí, acciones lógicas de rebeldía y también bastantes conductas de estupor, de inseguridad y de huída ante las dudas sobre la opción a elegir.

Nuestros sueños no caben en vuestras urnas - <a href=#15M" />

El hecho es que los sucesos injustificables en el desalojo del punto informativo de los indignados en la Puerta del Sol y la posterior carga policial contra quienes intentaban acceder allí no sólo provocan mayor repulsa y una exigencia de responsabilidades , sino que nos sugieren una brecha fundamental en el marco de cohabitación y diálogo entre los colectivos y los poderes públicos y la deseable participación ciudadana. Quisiera entender estos hechos como aislados en la zozobra del gobierno para intervenir ante las iniciativas del movimiento #15M, pero sería interesante repensar algunas posibles ideas subyacentes en estas acciones como la que nos recuerda la autora, por ejemplo:

Señores. Es tiempo de decir que el hombre, antes de recibir los beneficios de la cultura, debe recibir los beneficios del orden. En cierto sentido, se puede decir que el policía ha precedido, en la historia, al profesorBenito Mussolini

No es cuestión de evocar caricaturas simplistas con estos graves asuntos, no obstante,  por las declaraciones subsiguientes de algunos poderes públicos y de muchos medios de comunicación, daba la impresión que Desde que los estudiantes han adquirido la peligrosísima costumbre de enfrentar a los soldados con hojas caídas de los árboles, éstas han pasado a ser consideradas por el gobierno como armas ofensivas contra la seguridad del estado. ¿O acaso no eran hojas y carteles las “armas” que portaban los indignados?

Oyendo los relatos de algunos asistentes y observando las imágenes grabadas del proceso de manifestación que pretendían, me recordaba la siguiente escena: …cuando una joven de las que había permanecido sentada con nosotros se levantó en medio de la calle y comenzó lenta, morosa, meditada, estudiada, cuidadosamente a desvestirse. Nadie lo esperaba, ni éste era un espectáculo organizado. Nosotros mismos fuimos los primeros sorprendidos.

…. , y cuando sus admirables senos quedaron al descubierto, ya nos habíamos dispersado y empezado a desvestirnos cada uno de nosotros, en lugares diferentes de la plaza…

Hubo, seguramente, algún ciudadano a quien Alguien le recomendó que entrara en la casa, que era un riesgo andar por la calle, con ese aire desasido, desahuciado, con esa sorpresa que lo volvía un inadaptado, un rebelde potencial.

Y también hubo aquel a quien le tocaba ser detenido por los pájaros por motivos insignificantes y casuales, tales como: haber tomado esa calle y no por otra; la hora de la noche; las ganas de graznar que tenía uno de los pájaros, que llevaba horas de guardia,….

En el fondo nos sorprendía la falta de seriedad y de educación del esperado orden social en un contexto en el cual el movimiento del #15M había dejado cierta huella, a saber, espacios de diálogo y de educación ciudadana, a pesar de su exceso de voluntarismo, a veces, o de no responder a los métodos convencionales al uso como: debatir abiertamente en una plaza sobre nuestra condición política. ¿Y, ante una presión tal de las fuerzas de seguridad, donde queda tal referencia y el espacio educativo para la ciudadanía?

Pero qué importaba ahora dar clases de arte latino, algo habíamos enseñado mal si los pájaros volaban sobre nuestras cabezas, desparramaban las hojas, nos picoteaban el costado,…., podían tenernos un tiempo indefinido contra la pared, y encima, se reían de nosotros.

La clave, quizá, reside en discernir que el poder no acepta que se llamen a las cosas por su verdadero nombre, es cuando el cambio de signos para denominar lo que sucede en la sociedad actual se convierte en indicio esencial del manejo de los ciudadanos. Se nos colma de mensajes con una sola opción de salida ante la debacle económica del sistema. Se minusvalora las aportaciones del movimiento de los “indignados”, se degrada su rol social transmitiendo una imagen perniciosa y vulgarizada. Ya no son jóvenes rebeldes a los que se unen adultos en la exigencia de derechos sociales, son unos cuantos delincuentes que manipulan a un colectivo difuso. Provocan el cambio de términos, y la forma de pensar consecuente del espectador pasivo. Y, En la medida que olvidamos el antiguo signo, la vieja denominación, cargada de connotaciones éticas despreciables y lo sustituimos por otro, de valor y contenido diferente, presionamos para que el hecho pierda su antiguo significado obsceno o peligroso, por lo cual éstos dejan de existir. Es, en definitiva un nuevo dominio del lenguaje tal y como manifiesta Eduardo Galeano en El Lenguaje .

Hasta tal punto se alteran las visiones que los ciudadanos puedan generar del mundo de la política que nos gobierna, y tan determinantes son los efectos de su inoperancia y la simplificación escénica que ofrecen los medios de comunicación tradicionales, que engendra la conocida desafección ciudadana de los políticos. Probablemente no es un hecho casual. He podido comprobar que en la esfera política ocurre los mismo; se han eliminado tantos términos que, en definitiva, solamente ha quedado la posibilidad de no hablar de ella., ignorarla, desconocerla, hacer como que no existe… Puesto que no se la nombra ni se la pronuncia, no se la puede modificar. Es la realización del sueño de permanencia de los señores feudales.

En ocasiones hemos denunciado que la pasividad de los padres se encarnaba en los hijos, en los hijos de aquéllos y así sucesivamente, hasta convertirnos en un pueblo de mansos. Esa tendencia es muy difícil de cambiar. Por otra parte, cuando se exige más compromiso a los ciudadanos asombra a los poderosos que estos puedan realizar actividades públicas más allá de la conducta electoral habitual.

Y, a veces, nos retraemos a escenarios más manejables de nuestro hogar, de nuestra infancia o adolescencia, o de nuestra pacífica sociedad de consumo que nos sugieren más seguridad y menos dudas; cuando lo que produce generalmente es mayor desorientación.

Caminando, venía un error de mi juventud. …. Yo retrocedí un poco, para tomar distancia. Estaba otra vez a punto de echarme a correr, como de costumbre, pero había olvidado hacia donde era que corría.

Una lección, entre otras, que nos muestra el movimiento #15M es que ha evolucionado de la indignación juvenil al aprendizaje de la participación, y que además de actuar se reflexiona sobre el por qué de cada acción. Y que esas actuaciones son fruto de un cambio exigido por la mayoría de la sociedad, aunque sea de forma larvada, por una mayoría silenciosa. Hay expertos que afirman que el cambio no se gestiona, que se crea o se genera, pero que en la práctica, se autogestiona. Uno puede ser participe de algunos de sus procesos. Y, si es valiente y tenaz, de toda su evolución. Pero en estos cambios debemos prestar atención a los diferentes indicios que emergen en cada momento. Principalmente para prever escenarios no deseados:

Hay
Una lucha subterránea
Un miedo opaco
Un césped seco
Una sensación de resentimiento
Y un silencio agorero
Negro pájaro de muerte
Que anuncia por todos lados
La venida de otros tiempos.

Al reflexionar y volver a mirar desde la literatura los acontecimientos de éstos últimos días, aún subrayando la evidente distancia con lo que sucedió en los años 70, tengamos en cuenta conceptos como los expresados por Iñaki Gabilondo: Somos súbditos de los mercados, es decir que el régimen en que vivimos es una dictadura; una dictadura muy particular, pero una dictadura, disfrazada con los ropajes de la democracia, pero una dictadura.

El movimiento #15M es eminentemente no violento y así se ha reconocido internacionalmente. Eventos y desenlaces como los vividos en Inglaterra estos últimos días constituyen para algunos un ejemplo de que Violencia es lo que sucede en Londres y no el #15M.

Pero aún teniendo muy claro los aspectos que los diferencian no está de más analizar cómo se llegó al «estilo inglés» de motines sociales y en qué medida pudiera trasladarse a nuestro país. No es el caso, por ahora, pero esa actitud no violenta puede implicar acciones por los manifestantes a quienes posiblemente Aquella aparente falta de sentido no los impresionaba para nada: morir por aquéllos que no sabían que morían por ellos.

El papel que jueguen los medios de comunicación es fundamental, como todos sabemos. Sin embargo, En cuanto a la televisión y a los diarios, no hay por qué preocuparse, ellos hace tiempo que no atienden a las denuncias de los pobres. El uso de medios alternativos a través de Internet y las TIC constituye el entorno esencial para la comunicación de acciones y de pensamientos. Pero aún existe una brecha digital sustancial. Y perdura el poder de impacto de las televisiones en la mayoría de la población. Solamente espero, confío y deseo (por ese orden) que no llegue nunca el día en el que ningún medio lance un anuncio como el siguiente:

Sea patriota, delate a un subversivo.

Intentaremos, pacíficamente, continuar cazando indicios pánicos, no para huir o recluirnos en nuestra morada, sino para lograr un mayor uso de razón y de acción ciudadana positiva.

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NOTA: Todos los textos en cursiva proceden de la obra de Cristina Peri Rossi: “INDICIOS PÁNICOS”, Editorial Bruguera, marzo 1981 (Primera edición en lengua castellana: Edit. Nuestra América, Montevideo. 1970)

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