Signos del retardo actual de la adolescencia
por: Gabriel Navarro

Nadie discute que la etapa de la adolescencia se ha prolongado, tanto al principio como al final respecto a lo que hace más de un cuarto de siglo se concebía como los márgenes de edades entre los que discurría este vital período del desarrollo humano. Por un lado la pubertad acontece a edades más tempranas donde los jóvenes manifiestan procesos madurativos más adelantados, mientras que en lo referente a las fases posteriores de salida, las posibilidades reales de emancipación y autonomía personal se ven afectadas por factores como la inseguridad y las fluctuaciones en la elección de itinerarios educativos dado un futuro incierto, los obstáculos para acceder dignamente al mercado de trabajo, junto a la incertidumbre que marca su precariedad y su durabilidad, y las dificultades de lograr una vivienda asequible, lo cual provoca períodos de vida más prolongados en el hogar de los padres y su dependencia económica.

Aunque en la literatura especializada en psicología se dice que esta etapa abarca la adolescencia temprana (aproximadamente de 11 a 14 años), la adolescencia media (15-17) y la adolescencia tardía 18-21), hoy en día se piensa que la adolescencia comienza en torno a los 9-10 años de edad, y se considera que su finalización acontece después de los 21 años. El hecho es que desde hace más de veinte años sabemos a ciencia cierta que no hay un momento claro o preciso para definir cuando un individuo ha alcanzado la edad adulta después de su adolescencia (Arnett y Taber, 1994).

Una de las líneas de investigación que abordan las nuevas vicisitudes de la adolescencia coloca su atención en las características cambiantes de los procesos de transición de la adolescencia a la vida adulta en diversos escenarios. Actualmente, muy pocos jóvenes pasan directamente de la escuela al trabajo, y la gran mayoría prolonga su formación con estudios complementarios o de educación superior y, quienes lo consiguen, desempeñan algunos deficitarios puestos de trabajo temporales antes de lograr un empleo más o menos estable. La constitución de una familia propia, o el acceso a una vivienda propia son metas inalcanzables para la mayoría de jóvenes que han superado los 25 años. Estas transiciones se alargan y son cada vez más problemáticas, especialmente para aquellos jóvenes procedentes de contextos desfavorecidos.

Una de las revelaciones recientes más notables demuestra que los contextos sociales e históricos pueden influir en la velocidad del progreso evolutivo de los adolescentes, lo cual influye de forma sustantiva en el desarrollo psicológico de los individuos. Una investigación de Jean M. Twenge y Heejung Park, publicada hace pocos días en la revista «Child Developement» analiza siete grandes encuestas representativas a nivel nacional de los adolescentes estadounidenses realizadas entre 1976 y 2016 (N = 8,44 millones de sujetos, de edades comprendidas entre 13 y 19 años), encontrando que un considerable menor número de adolescentes, en los últimos años, participaban en actividades adultas tales como tener relaciones sexuales, mantener citas, beber alcohol, un trabajo remunerado, salir de casa sin sus padres, y conducir, lo que sugiere la adopción de una estrategia de «vida lenta». Es como si aplazasen la puesta en práctica de conductas vinculadas a procesos de independencia y el ejercicio de actividades que son indicativas del final de la adolescencia.

Llama la atención, según este estudio, que la práctica de «actividades de adultos» entre los adolescentes aparecen menos frecuentes cuando eran más altos el promedio de ingresos de la familia, la esperanza de vida, el estar matriculado en la universidad y la mayor la edad al primer parto, y cuando era menor el tamaño de la familia y la prevalencia de factores patógenos en la familia eran más bajos, aspectos del contexto social que son más sensibles durante la infancia.

Para conceptualizar el desarrollo de los adolescentes se apoyan en la Teoría de Historia de Vida, que dicotomiza los enfoques del desarrollo en estrategias lentas y rápidas. La teoría de la historia de la vida postula que la exposición a un ambiente desapacible e impredecible durante la infancia conduce a un camino de desarrollo más rápido; a la inversa, un entorno más rico en recursos y predecible conduce a un camino más lento. Los ambientes ricos en recursos permiten un cultivo más largo del individuo, así mismo, una trayectoria lenta se asocia con el retraso de la gratificación, los padres y el ambiente cultural en general pueden intentar frenar el camino del desarrollo de la adolescencia si se prevé una escolarización amplia.

Obviamente, los individuos de diferentes cohortes de nacimiento experimentan diferentes contextos sociales que están influidos por la cultura de cada momento. Algunas culturas crean contextos que promueven una historia de vida lenta, y otros promueven una historia de vida rápida. Estos investigadores han efectuado la comparación de varias generaciones de los jóvenes en esta clase de conductas.

Tal y como exponen Twenge y Park, apoyándose en otros estudios, los adolescentes a menudo usan el alcohol como precursor de la actividad sexual, conducir un auto está relacionado con las citas entre parejas y la sexualidad de los adolescentes, pues les permite, entre otras cosas como salir con amigos, explorar su sexualidad lejos de la supervisión de los padres. Otros signos que muestran generalmente la independencia de los adolescentes respecto de sus padres es conseguir algún trabajo remunerado, salir sólo sin los padres además de poseer la licencia para conducir. Aquellos que participan en estas actividades de adultos están tomando un curso más rápido hacia la madurez sexual y reproductiva, y los que se apartan de aquéllas están tomando un camino más lento.

En los últimos años, son menos los adolescentes estadounidenses quienes participan en actividades realizadas habitualmente por adultos, como las indicadas. Las disminuciones en estas actividades fueron relativamente recientes, apareciendo principalmente desde el año 2000 y fueron considerables entre los alumnos de 12º grado (16-17 años de edad). A principios de 2010, los alumnos de 12º grado salían menos a menudo que los estudiantes de octavo grado a principios de los 90. Los alumnos de 12º grado a principios de los años 2010 asistieron a citas tan frecuentes como lo hicieron los estudiantes de 10º grado a principios de los años noventa. El hecho de tener relaciones sexuales pasó de ser la experiencia mayoritaria para los estudiantes de secundaria (54% de los 9º-12º grado) en 1991 a una experiencia de la minoría (41%) en 2015.

La disminución de estas actividades entre los adolescentes no parece ser debido al tiempo dedicado al trabajo escolar, como el voluntariado y actos extracurriculares, ya que el tiempo dedicado a estas actividades ha disminuido entre los estudiantes de octavo y décimo grado. La disminución de estas actividades de adultos aparece en todos los grupos, independientemente del sexo, raza, región o ubicación urbana / rural, lo que sugiere un cambio de base muy amplia en el tiempo. El uso de Internet no parece ser la única causa de la disminución de las actividades de adultos, aunque puede desempeñar un papel en los cambios entre mediados de 2000 y mediados de 2010. No obstante, no puede ser la única causa de las tendencias, ya que la disminución en las actividades de adultos comenzó antes que estuvieran disponibles la red Internet de banda ancha y los teléfonos inteligentes.

En general, los adolescentes tardíos se parecen más a los adolescentes de mediana edad, y los adolescentes de mediana edad se parecen más a los adolescentes tempranos. Este patrón también se ilustra notablemente por las diferencias generacionales en el uso de alcohol por cada grupo de edad. El consumo de alcohol por parte de los jóvenes en general ha disminuido sólo ligeramente, mientras que el consumo de alcohol de los adolescentes se ha desplomado, lo que sugiere que los jóvenes están posponiendo probar alcohol hasta más tarde. La gran mayoría eventualmente beberá alcohol, pero lo están haciendo en edades más avanzadas que en generaciones anteriores.

El hecho es que se ha producido una generación de jóvenes que asumen las responsabilidades y los placeres de la edad adulta mucho después de lo que hacían sus predecesores. Unas evidencias que tienen implicaciones para las teorías psicológicas del desarrollo, pues con la vía de desarrollo de la adolescencia disminuida, la infancia dura más tiempo, con la singularidad de que la pubertad física comienza a edades más tempranas en las generaciones recientes en comparación con sus predecesores, y en el otro extremo la adolescencia se retrasa. Estos hallazgos no apoyan, en general, la idea de que los adolescentes se hayan vuelto más responsables, virtuosos o aburridos (como los adultos), sino que los adolescentes están participando en menos actividades de adultos y están creciendo más lentamente con una disminución de la trayectoria del desarrollo, posponiendo tanto los placeres como las responsabilidades asociadas con la edad adulta y la madurez sexual.

Las implicaciones sociales y psicológicas que estos signos de retardo de la adolescencia pueden acarrear son aún impredecibles.


REFERENCIAS:

Arnett, J.J.; Taber, S. (1994): Adolescence terminable and interminable: When does adolescence end?. Journal of Youth and Adolescence; Oct 1994; Vol 23, Nº5; pg. 517

Twenge, J.M.; Park, H. (2017): The Decline in Adult Activities Among U.S. Adolescents, 1976–2016. Child Development, Sep. 2017, Pages 1–17. Version of Record online: 18 SEP 2017 | DOI: 10.1111/cdev.12930

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